La Vanguardia

La Judy Garland japonesa

YOSHIKO YAMAGUCHI (1920-2014) Cantante, actriz y senadora

- ISIDRE AMBRÓS

El pasado 7 de septiembre falleció en Tokio, víctima de una insuficien­cia cardiaca, la cantante y actriz Yoshiko Yamaguchi. Con ella desapareci­ó una de las rarísimas estrellas del espectácul­o que brilló con luz propia en China y Japón en pleno conflicto bélico entre los dos países.

Nacida de padres japoneses en el nordeste de China, nunca escondió sus orígenes nipones, aunque pasaba como china. Un secreto que, sin embargo, afloró en las postrimerí­as de la guerra y que a punto estuvo de costarle la carrera y la vida. Una situación que, por otra parte, le permitió tener una comprensió­n más amplia de las complejas relaciones entre China y Japón.

Yoshiko Yamaguchi nació en la localidad de Fushun, en Manchuria, donde se había trasladado su padre, que trabajaba en la compañía de ferrocarri­les South Manchuria. A los 13 años, un influyente amigo chino de la familia, que se convirtió en su padrino, le puso el nombre chino Li Xianglan (Orquídea fragante), que más tarde se convertirí­a en su nombre artístico.

Su afición por la música, sin embargo, empezó de forma accidental. En su juventud enfermó de tuberculos­is y el médico le recomendó clases de canto con el fin de fortalecer la respiració­n. Su padre le sugirió la música tradiciona­l japonesa, pero la joven Yoshiko optó por la música occidental y recibió una educación vocal clásica de una soprano dramática italiana casada con un ruso. Una amistad que al cabo del tiempo le salvaría la vida.

Su carrera musical debutó en una radio local. Los responsabl­es de la emisora buscaban una joven china capaz de leer y hablar en japonés. Un perfil que sólo ella cumplía. Allí nació la cantante Li Xianglan, un nombre que se hizo famoso en paralelo a sus giras por la China ocupada. La fama le abrió también las puertas de la industria cinematogr­áfica, participan­do en películas de propaganda japonesa. Una actitud que no le ahorró burlas y comentario­s racistas cuando actuó en Japón, donde mu-

Nacida en China de padres japoneses, Yamaguchi fue un puente entre los dos países

chos la tildaban de ser demasiado china.

Esa dualidad estuvo a punto de costarle la vida después de la guerra. Fue detenida por el Gobierno chino, acusada de traición y de colaboraci­onismo con los japoneses. Salvó su vida gracias a su profesora de canto rusa, que demostró que ella no era china, sino japonesa. En 1946 fue absuelta y repatriada a Japón. En la década de los cincuenta participó en varias películas de Hollywood, donde se ganó el apelativo de la Judy Garland japonesa, y rodó numerosos filmes en Hong Kong, en lengua china, y en Japón antes de retirarse en 1958.

Tras su etapa como artista, Yoshiko Yamaguchi se dedicó a la política. Se casó con el diplomátic­o japonés Hiroshi Otaka e ingresó en el Partido Li- beral Democrátic­o con su nombre de casada, Yoshiko Otaka. En 1974 fue elegida senadora, un cargo que desempeñó a lo largo de 18 años. Durante esta época siempre expresó su deseo de que sus dos países, “la madre patria, China, y el padre patria, Japón”, mejoraran sus relaciones.

La historia de su azarosa vida se plasmó en numerosos dramas y musicales, que aún hoy están en cartelera y ella misma la relató en una autobiogra­fía, publicada en 1987 con el título La mitad de mi vida como Ri Koran (la pronunciac­ión japonesa de Li Xianglan). La totalidad de su vida se apagó el pasado día 7, a la edad de 94 años.

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Yoshiko Yamaguchi (a la izquierda) junto a la actriz Aya Ueto en Tokio

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