La Vanguardia

Felicidad incompleta

El Athletic no pasa del empate sin goles ante un Shakhtar superior

- CARLOS NOVO

Dieciséis años después, la Champions volvió a Bilbao y el nuevo San Mamés acogió su primer partido en la fase de grupos, tras haber eliminado el Athletic al Nápoles en la ronda previa. El Athletic tuvo una respuesta muy digna ante un equipo más hecho a la competició­n, el Shakhtar ucraniano, al que no arrugó el ambientazo de las gradas. El partido fue muy trabado y de pocas ocasiones, las mejores de los visitantes, que encontraro­n siempre buena respuesta de Iraizoz. El empate sin goles dejó a los dos medio contentos.

El Athletic, fiel al ideario de Valverde, nunca se conformó con el empate. Aún en las fases en las que se vio dominado siempre buscó salir a la contra con peligro. El Shakhtar tiene poco de ucraniano. Es más bien una delegación del brasileira­o, con seis brasileños titulares y otros dos que salieron desde el banquillo. Quizás ninguno de ellos tiene la chispa de un Fernandinh­o, pero todos son buenos futbolista­s, nadie da un mal pelotazo y juegan de un modo muy vertical. En su liga marchan invictos aunque el equipo ya no reside en Do- netsk por la guerra, sino en Kíev y juega sus partidos de Champions en Lviv, al lado de la frontera polaca.

Decía la víspera el técnico del Shakhtar, el rumano Mircea Lucescu, un zorro de la competició­n a sus 69 años, que su equipo iba a salir al ataque desde el principio. No iba de farol. El Shakhtar se quedó con el balón desde el pitido inicial y al Athle- tic le costó casi un cuarto de hora meterse en el partido. Lo hizo gracias al trabajo sordo de Mikel Rico e Iturraspe en el centro del campo, apoyados por una grada muy chillona y enfervoriz­ada.

La suerte para el Athletic es que aunque el Shakhtar estuvo siempre mucho más cerca del gol tampoco estuvo muy fino en el último pase o en el remate. Gorka intervino con acierto cuando fue menester pero tampoco es que tuviera que dar ninguna exhibición. De hecho, pasada la media hora el juego se niveló, con un Athletic mucho más suelto, con Muniain muy bien por su banda. La otra fue para Ibai, que dejó a Susaeta en el banquillo. La otra sorpresa táctica de Valverde fue dejar el lateral derecho para De Marcos en lugar de apostar por Iraola.

La segunda parte fue peor. Hubo tanta tralla en la primera que en la segunda todos acusaron el cansancio. Además, los cambios empeoraron a los dos equipos, sobre todo al Shakhtar, que perdió verticalid­ad y criterio. Pareció que el equipo ucraniano se conformaba con el empate en el último cuarto. El Athletic vio la ocasión y Valverde apuró con cambios mucho más ofensivos. Entró el delantero Guillermo por Aduriz, ya derrengado, y también dio vuelo a Susaeta para ganar entrada por las bandas. Apretó en los últimos minutos el cuadro rojiblanco, pero sin lograr inquietar demasiado a un Piatov muy seguro toda la noche y que acabó con una ceja partida y sangrando, en una imagen de fútbol antiguo, muy del gusto de San Mamés.

Los últimos minutos fueron agónicos, con varios jugadores acalambrad­os sobre el césped, y ya sin la posibilida­d de nuevos refrescos por estar agotados los cambios. El arreón final no le sirvió al Athletic y al final los dos se tuvieron que conformar con las tablas, un punto de mérito.

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ÁLVARO BARRIENTOS / AP Aritz Aduriz pugna en un balón aéreo con el jugador del Shakhtar Yaroslav Rakitski

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