La Generalitat, la crisis, Qatar, Piqué y la quiebra
En la caída de Spanair confluyeron muchos factores que explican cómo se hicieron las cosas y por qué ha sido condenado su consejo. La aerolínea que dirigía el difunto Gonzalo Pascual y sostenía la escandinava SAS fue comprada en septiembre del 2009 por un grupo de empresarios catalanes con la intención de convertirla en el motor del aeropuerto de El Prat. Pero Spanair, tocada por su propia ineficiencia y por el terrible accidente de Madrid de agosto del 2008, nunca levantó el vuelo. La durísima crisis de los años 2009, 2010 y 2011 y la falta de tiempo y dinero para ejecutar un plan de reflotamiento con posibilidades reales de éxito llevó a la aerolínea a una asfixia financiera que empezó a ser irreversible en el verano del 2011.
Con los propios accionistas exhaustos, la Generalitat se implicó a fondo, con créditos y avales, en mantener el proyecto a flote y en la búsqueda de un socio industrial. En la segunda mitad de su último año de vida, Qatar Airways estudió a fondo la operación y parecía estar dispuesta a entrar en el capital. En ese momento Vueling, filial de Iberia presidida por Josep Piqué, denunció ante Bruselas las ayudas de la Generalitat. Los cataríes se asustaron y las pocas posibilidades de continuar se esfumaron. Paradójicamente, el consejo deberá pagar por alargar la agonía y agravarla porque se considera probado que llevaba medio año en quiebra cuando claudicó.