Elogio del vino
Durante mucho tiempo he repetido en presentaciones y eventos de todo tipo el poema del gran escritor gaditano José María Pemán, hoy quizá desconocido para las nuevas generaciones, sobre el vino: “Beber es todo medida/Alegrar el corazón/Y sin perder la razón/Darle razón a la vida”. Lo he citado porque es un poema que refleja la actitud que debe tener uno en relación con el vino.
A mí me gusta precisar siempre que se trata de un alimento que contiene alcohol, no de una bebida alcohólica. Y naturalmente hay que tomarlo con moderación, como todo. Es cierto que hay que degustarlo con atención y cuidado, siempre en función de las circunstancias. Por ejemplo, beber vino durante las comidas permite asimilarlo mejor.
El vino es el complemento perfecto para la parte sólida de la comida, la armonía ideal para todo tipo de recetas. En España han mejorado su variedad y calidad al ritmo y al paso, es decir, paralelamente a la evolución de la cocina y de los cocineros. En la actualidad, podemos decir que es el segundo país del mundo en vinos, en variedad, calidad y excelencia. Incluso si el planteamiento lo hacemos en términos de relación calidad-precio, podría decirse que es el primero.
Dada la geografía y los terrenos de nuestro país, además de su diversidad de climas, existe una impresionante variedad de vinos que permite encontrar el adecuado para cada tipo de comida, para cada receta y cada compañía.
La elección de un vino no debe condicionarse exclusivamente por la parte sólida de la comida. También influyen el lugar, el momento y la compañía, por-
La elección del vino no debe condicionarse sólo por la comida; influyen el lugar, el momento y la compañía
que no es lo mismo tomar un maravilloso champán o cava en el Caribe en un barco en pareja que tomarlo en pleno monte en soledad y a bajas temperaturas.
Para redondear estas reflexiones, querría dejarles unas frases que me cautivaron el otro día en las paredes del restaurante de Juan Peña en Córdoba. Peña dejó su profesión de platero y la sustituyó por los pucheros para hacerse cargo de este mesón en 1979. Sus abigarradas y apasionantes paredes nos recuerdan que “el vino es salud y medicina cuando de él se hace uso moderado”.
Desde el punto de vista terapéutico, en Juan Peña nos cuentan que “el vino aumenta la fuerza muscular, exalta el sonido fonético, estimula el sistema nervioso, empuja a la benevolencia, predispone a la asociación y al perdón”. Y van todavía más allá: “Exalta la fantasía, despierta la memoria, aumenta la alegría, alivia dolores, destruye la melancolía… Concilia el sueño, conforta la vejez, ayuda a la convalecencia y da ese sentido de euforia que permite el transcurrir leve, suave y tranquilo de la vida”.
En estas frases de elogio al vino que he descubierto en esta vieja taberna llena de magia y sabiduría también se condensan el espíritu y el alma de Córdoba.