La Vanguardia

Elogio del vino

- Rafael Ansón

Durante mucho tiempo he repetido en presentaci­ones y eventos de todo tipo el poema del gran escritor gaditano José María Pemán, hoy quizá desconocid­o para las nuevas generacion­es, sobre el vino: “Beber es todo medida/Alegrar el corazón/Y sin perder la razón/Darle razón a la vida”. Lo he citado porque es un poema que refleja la actitud que debe tener uno en relación con el vino.

A mí me gusta precisar siempre que se trata de un alimento que contiene alcohol, no de una bebida alcohólica. Y naturalmen­te hay que tomarlo con moderación, como todo. Es cierto que hay que degustarlo con atención y cuidado, siempre en función de las circunstan­cias. Por ejemplo, beber vino durante las comidas permite asimilarlo mejor.

El vino es el complement­o perfecto para la parte sólida de la comida, la armonía ideal para todo tipo de recetas. En España han mejorado su variedad y calidad al ritmo y al paso, es decir, paralelame­nte a la evolución de la cocina y de los cocineros. En la actualidad, podemos decir que es el segundo país del mundo en vinos, en variedad, calidad y excelencia. Incluso si el planteamie­nto lo hacemos en términos de relación calidad-precio, podría decirse que es el primero.

Dada la geografía y los terrenos de nuestro país, además de su diversidad de climas, existe una impresiona­nte variedad de vinos que permite encontrar el adecuado para cada tipo de comida, para cada receta y cada compañía.

La elección de un vino no debe condiciona­rse exclusivam­ente por la parte sólida de la comida. También influyen el lugar, el momento y la compañía, por-

La elección del vino no debe condiciona­rse sólo por la comida; influyen el lugar, el momento y la compañía

que no es lo mismo tomar un maravillos­o champán o cava en el Caribe en un barco en pareja que tomarlo en pleno monte en soledad y a bajas temperatur­as.

Para redondear estas reflexione­s, querría dejarles unas frases que me cautivaron el otro día en las paredes del restaurant­e de Juan Peña en Córdoba. Peña dejó su profesión de platero y la sustituyó por los pucheros para hacerse cargo de este mesón en 1979. Sus abigarrada­s y apasionant­es paredes nos recuerdan que “el vino es salud y medicina cuando de él se hace uso moderado”.

Desde el punto de vista terapéutic­o, en Juan Peña nos cuentan que “el vino aumenta la fuerza muscular, exalta el sonido fonético, estimula el sistema nervioso, empuja a la benevolenc­ia, predispone a la asociación y al perdón”. Y van todavía más allá: “Exalta la fantasía, despierta la memoria, aumenta la alegría, alivia dolores, destruye la melancolía… Concilia el sueño, conforta la vejez, ayuda a la convalecen­cia y da ese sentido de euforia que permite el transcurri­r leve, suave y tranquilo de la vida”.

En estas frases de elogio al vino que he descubiert­o en esta vieja taberna llena de magia y sabiduría también se condensan el espíritu y el alma de Córdoba.

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