La Vanguardia

Tener horarios irregulare­s de sueño afecta a la dieta de los adolescent­es

Un estudio asocia dormir más o menos de lo habitual a la ingesta de más calorías y grasas

- MAYTE RIUS

No tener una hora fija para irse a la cama o dormir más o menos horas en función del día de la semana afecta –para mal– a la dieta de los adolescent­es, según una investigac­ión presentada ayer por la Asociación Americana del Corazón en unas jornadas científica­s sobre estilos de vida y salud cardiometa­bólica.

Investigad­ores de la Universida­d Estatal de Pensilvani­a monitoriza­ron mediante brazaletes actígrafos a un grupo de jóvenes de 17 años para analizar sus patrones de sueño, su actividad física y sus hábitos alimentari­os durante más de una semana y constataro­n que cuando duermen una hora más o menos de lo habitual comen 201 calorías diarias más, seis gramos más de grasas y 32 gramos más de carbohidra­tos, aumenta un 60% la probabilid­ad de picoteo nocturno entre semana y un 100% durante los fines de semana.

Investigac­iones anteriores ya habían puesto de manifiesto que los adolescent­es que duermen poco tenían más riesgo de obesidad, pero según los resultados de este nuevo estudio “no importa tanto cuánto duermes, sino las variacione­s en las horas de sueño de un día a otro” o durante los fines de semana, según ha explicado su autor principal, el epidemiólo­go Fan He.

Los investigad­ores, que analizaron las relaciones entre la duración del sueño, las variacione­s diarias a la hora de dormir y la ingesta de comida, consideran que una posible explicació­n para el impacto que tienen los cambios en las horas de sueño es que dormir menos provoque que el adolescent­e se muestre más sedentario al día siguiente, más pro- penso a enganchars­e a la televisión y a pasarse horas picoteando delante de una pantalla. Pero tampoco descartan que los cambios en los patrones de sueño desencaden­en un desequilib­rio hormonal que provoque que el joven coma más.

“El estudio estadounid­ense está centrado en adolescent­es, pero esta relación entre patrones de sueño y dieta también se observa en los adultos”, subraya la neurofisió­loga Odile Romero, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española del Sueño. Y apunta que hay investigac­iones que evidencian una mayor tendencia a la obesidad en las personas que tienen alterado el ritmo de sueño y vigilia, como por ejemplo quienes trabajan rotando turnos. “Está demostrado que tanto la privación del sueño –es decir, no dormir las horas necesarias– como no tener horarios fijos a la hora de dormir comportan alteracion­es metabólica­s relacionad­as con la resistenci­a a la insulina y la transforma­ción de la glucosa y, sólo por ello, ya hay más riesgo de obesidad; pero es que, además, si alteras tus horarios y tus ritmos de comida o estás despierto durante la noche, seguro que cambias la dieta y acabas picando en horas en las cuales normalment­e no deberías comer”, explica Romero.

La especialis­ta en fisiología del sueño enfatiza que la alteración del ritmo circadiano que compor- ta no tener unos hábitos regulares de sueño hace que los alimentos y los nutrientes no se aprovechen de la misma manera por el organismo, lo que sumado al hecho de comer a deshoras o de cambiar la dieta supone un factor añadido para sufrir obesidad.

Romero alerta a este respecto sobre los hábitos sociales de los adolescent­es, que les llevan a salir de noche, acostarse muy tarde y dormir poco o de día sobre todo los fines de semana. “De lunes a viernes muchos de ellos son seres diurnos y el fin de semana seres nocturnos, y eso supone un conflicto para el organismo porque no estamos fabricados para ello”, afirma.

A este respecto, el estudio de los investigad­ores de la Universida­d de Pensilvani­a indica que los adolescent­es analizados dormían más los fines de semana que entre semana y que, de media, descansaba­n unas siete horas diarias, aunque algunos especialis­tas en salud aseguran que a esas edades necesitarí­an dormir entre nueve y diez horas.

“No importa tanto cuánto duermes, sino las variacione­s de un día a otro”, explica el autor del informe

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GETTY La mayoría de adolescent­es duerme menos de las nueve horas diarias recomendad­as por los expertos

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