La Vanguardia

La OMS pide políticas contra el exceso de azúcar

El organismo aconseja tender a un máximo de 25 g al día

- MARTA RICART Barcelona

Una lata de refresco normal lleva entre 28 y 37 gramos de azúcar; una pasta tipo donut o cuatro galletas tipo maría, 10 gramos. Sólo con esta merienda ya se toma el máximo de azúcares añadidos que recomienda comer en un día la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). El organismo ha dado a conocer su nueva directriz sobre el azúcar, que, igual que las grasas o la sal, pide que se consuma menos para frenar, sobre todo entre los niños y adolescent­es, el sobrepeso, la obesidad y las graves patologías que comportan.

Dice la OMS que entre los menores de edad europeos, los azúcares añadidos suponen del 12% al 25% de las calorías que ingieren cada día. En la misma banda alta estarían los adolescent­es estadounid­enses, australian­os o de diferentes países latinoamer­icanos. Entre los adultos, los azúcares añadidos suponen el 16%-17% de la ingesta calórica diaria en España o el Reino Unido. La OMS propone que no sean más del 10% de las calorías diarias, y “si es posible”, añade, que no superen el 5%.

Un gramo de azúcar aporta casi cuatro calorías, así que ese 10% supone no más de 200 calorías al día (en una dieta media) y el 5%, 100. Traducido a gramos, serían no más de 50 gramos de azúcares añadidos al día (37 en niños), y lo ideal sería menos de 25 gramos.

Un nutricioni­sta británico valoraba ayer para France Press que el máximo de 50 gramos es accesible, “se puede conseguir eliminando las bebidas azucaradas”, pero ve difícil no tomar más de 25 gramos. De hecho, el máximo del 10% de calorías diarias, la OMS lo recomienda desde hace más de 10 años y, en general, se incumple, de ahí su nueva ofensiva. Ayer, una plataforma de nutricioni­stas británicos ya le criticaba que proponga el máximo del 5% como “condiciona­l” y sólo apunte que evitaría las caries.

El problema, como reconoce la misma OMS, es que muchos alimentos contienen azúcar. Y no se refiere a los que lo llevan de manera natural, como las frutas, pues en ese caso se considera parte de una dieta sana. El consumo excesivo y la recomendac­ión de reducirlo se refieren a los azúcares añadidos a los alimentos en casa o por la industria en el procesado.

Si se miran las etiquetas de muchos productos envasados, se pueden hallar azúcares añadidos a embutidos, quesos, conservas de tomate o de pepinillo, pizzas, pasta, pan… sin hablar de galletas, cereales, chocolates, postres lácteos... En EE.UU. se ha analizado que hasta un 80% de productos del supermerca­do contienen azúcares añadidos. Esto facilita, ex- plican los nutricioni­stas, que se haga un consumo excesivo sin ser consciente­s.

La OMS recomienda ahora a los diferentes países que adopten medidas para hacer posible la reducción del consumo, sean educativas, indicacion­es en el etiquetaje, limitar la publicidad de los productos más azucarados, imponerles tasas o pactar con la industria alimentari­a la reducción de contenidos azucarados. El debate sobre estas medidas se da desde hace unos años y pocos países han adoptado políticas estrictas. La industria alimentari­a alega que ya va reduciendo los contenidos de azúcar, sal y grasa y, ciertament­e, aumenta su oferta de productos light o sin azúcares, pero en España, por ejemplo, la misma industria se autorregul­a la publicidad infantil.

Javier Guzmán, coordinado­r de la campaña 25 Gramos, que impulsan organizaci­ones ambientale­s, de consumidor­es o de padres de alumnos, valoró que la OMS indique “por dónde deben ir las políticas públicas”. “Ahora toca traducir urgentemen­te esto en políticas reales”, agregó.

Muchos alimentos llevan azúcares añadidos, que el consumidor toma sin ser consciente

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GETTY IMAGES Un gramo de azúcar aporta casi cuatro calorías

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