Una industria genealógica
En tiempos de crisis o de opulencia, la industria televisiva de la intimidad sigue consolidándose como una salida profesional. Telecinco es, con permiso de Arturo Pérez Reverte, un referente especializado de este sector. La convicción, el entusiasmo y la profesionalidad con los que la cadena explota las debilidades individuales y familiares es tan objetivamente prodigiosa como moralmente opinable.
EXPLOTACIÓN INTEGRAL. En Gran Hermano VIP hemos contado con la presencia de dos escuelas de explotación integral del ego. Hace unos meses, Kiko Rivera rentabilizó su genética folklórico-taurina. Para hacerlo, se refugia en una identidad artificial complementaria, de cantante y disc-jockey, que le sirve de coartada para justificar la identidad que más lo beneficia: pertenecer a una familia biográficamente potente que aún no ha agotado todos sus recursos naturales. Lo mismo hace Belén Esteban, con un sentido mucho menos dinástico y más kamikaze de la erosión en directo. Esteban ha permitido que las conversaciones telefónicas con su hija Andreíta sean públicas, aunque sigue preservando su imagen, no se sabe si como medida de profilaxis familiar o como un as en la manga para posibles años de vacas flacas.
EL ‘REALITY’ IMITA LA FICCIÓN. Los modelos de estirpes de los Esteban y los Pantoja son diferentes. Imitando estructuras de ficción, todo parte de un tronco protagonista que, si funciona, puede generar secuelas o spin-off. Ejemplos: Better call Saul es un spin-off de Breaking bad y Rajoy es una secuela de Aznar. La secuela suele tener cierta lógica cronológica mientras que el spin-off explota la evolución de un personaje derivado pero de apariencia independiente. Kiko Rivera y Chabelita son secuelas del tronco Pantoja igual que José Fernando y Gloria Camila son secuelas de Ortega Cano, que Julián Contreras es una secuela de Carmina Ordóñez (que era un spin-off asecuelado de Paquirri) y que Amador Mohedano es una secuela de Rocío Jurado. Rosa Benito, en cambio, es un híbrido de secuela y spin-off de Jurado-Mohedano mientras que Aguasantas es un spin-off de Raquel Bollo (que es la accidentada secuela de Chiquetete). Las posibilidades de explotación de esta industria genealógica desafían la complejidad y las leyes del I+D más sofisticado. En Sálvame de luxe de vez en cuando tienen la bondad de invitar a Alberto Isla, el exnovio de Chabelita y padre de un hijo en común que ya tiene valor de inversión de futuro. Isla destaca a la hora de aprovechar al máximo su condición de spin-off low cost. Ha asimilado las leyes del sector con una convicción que le ahorra perder el tiempo con la lata de los escrúpulos o las apariencias. Su potencial radica precisamente en el morro que le echa y en la naturalidad, anabolizada o no, con la que constata hasta qué punto es fácil ganar dinero ofreciéndose como rata de laboratorio (o de plató) sometida a investigaciones destinadas a averiguar el grado de resistencia a la degradación pública convertida en documento de alto valor pedagógico sobre la especie humana.
Imitando estructuras de ficción, todo parte de un tronco protagonista que puede generar secuelas o ‘spin-offs’