La Vanguardia

Odisea en las tabernas griegas

Vinicio Capossela publica su recorrido por la música popular helénica en el año de la quiebra

- XAVI AYÉN

El CCCB se convierte esta noche en una taberna griega. El cantautor y multiinstr­umentista italiano Vinicio Capossela (Hannover, 1965) actúa (21.30 h) en el festival literario Kosmopolis, acompañado del guitarrist­a griego Dimitris Mistakidis. Entre ambos, y la editora Valeria Bergalli, animarán lo que puede considerar­se también la presentaci­ón de su libro Tefteri (Minúscula), el cuaderno de viaje que Capossela ha escrito sobre su inmersión en la cultura popular griega, especialme­nte la musical, durante uno de los años peores de la crisis, el 2012, en el que el país helénico se declaró en quiebra y Capossela se convirtió en “enviado especial de mí mismo”.

La obra musical de Capossela bebe constantem­ente de la literatura –de los grandes mitos, como el homérico– y no es de extrañar que su literatura beba de la música. El eje conductor del libro es el rebético, un género musical tristón –comparado a menudo con el fado, el flamenco o el tango– que ha rastreado en Atenas, Salónica y Creta y que, de algún modo, convierte en banda sonora de la crisis, en la expresión de un pueblo doliente. El rebético, que no duda en tratar temas duros –la droga, la cárcel, los malos tratos– pero que también refleja picos de euforia, nace de la rabia del pueblo. “Es una música que desnuda al ser humano, que como todo lo griego habla al conjunto de la humanidad. No hace falta ni entender la letra para comprender lo que aflora: la vida que se te presenta cara a cara, como en un duelo de western. Tiene su ritual y sus oficiantes. Me llamó la atención que la escuchan durante horas, mientras comen y beben. Y el baile puede ser apretado contra la pareja o bien en solitario”.

La taberna vista como ágora. Y, sobre todo, como “lugar de desahogo y expresión, donde la gente se confiesa. En ella entra el amor y el desamor, es como una sesión de psicoanáli­sis. Y por sus puertas entran también la filosofía, el arte... Un hombre me dijo que era su templo. Los griegos pueden estarse quietos durante muchas horas, sentados en una mesa, no son muy habladores”.

El relato es también la apología de la mezcla de dos mundos, “Grecia es a la vez Oriente y Occidente, es curioso que el país que inventó la democracia haya ilegalizad­o formas de música popular e instrument­os, todo aquello que pudiera recordar al turco, con quien había convivido doscientos años, y que fue borrado por el nacionalis­mo, se han amputado la parte dionisíaca”. En contrapart­ida, “en Turquía dicen que Homero era turco, que se lo han robado los griegos”.

Capossela, viajero culto y de curiosidad dispersa, se detiene en otras músicas y tradicione­s, como el teatro de sombras local, cuyos códigos y personajes recuerdan a ratos a la commedia dell’arte. Pero su libro también es un testimonio de historia oral, con las opiniones de los griegos con que se cruza, y una reflexión social o política (vemos, por ejemplo, el modus operandi de la extrema derecha, que combina los hostigamie­ntos a emigrantes con obras benéficas o sociales)... Todo, ofrecido en breves pero intensas dosis.

Va a ser, esta del CCCB, una noche atravesada de mitos, y de dolor expresado con dignidad. Se recomienda tener cuidado con las sirenas y sus cantos.

“El rebético desnuda al ser humano, en su canto aflora la vida cara a cara, como en un duelo de western”

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JORDI PLAY Vinicio Capossela, ayer en el CCCB

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