Túnez en el horizonte
El turismo para Túnez supone el 7% del PIB y emplea a más de 400.000 personas. El país es relativamente pequeño (como dos veces la superficie de Andalucía) pero ofrece una gran variedad de imágenes, desde verdes colinas y oasis de palmeras en un mar de arena, a antiguas medinas y viviendas trogloditas, pasando por bazares orientales y playas de postal. Tanto es así que su paisaje ha servido de decorado para películas tan dispares como La guerra de las galaxias, En busca del arca perdida, La vida de Brian, Piratas del Caribe y El paciente inglés. Todo ello junto a su pasado fenicio y romano –y esa luz que sedujo a Paul Klee–, atrae a más de seis millones de visitantes. Túnez necesita del turismo, pero el asesinato de una veintena de viajeros que visitaban el museo del Bardo por parte dos yihadistas será un duro golpe del que la economía tardará en recuperarse. Ayer mismo, Taïeb Baccouche, ministro de Asuntos Exteriores de Túnez, pidió a la co- munidad internacional que no les abandonara, al tiempo que invitaba a los ciudadanos del mundo a visitar su país, tradicionalmente tranquilo y hospitalario.
Las primaveras árabes se iniciaron en Túnez y los desórdenes que vivió el país en el 2011, que culminaron con el exilio del presidente Ben Alí y la convocatoria de elecciones, alejaron el turismo, que había empezado a recuperarse el último año. El terrorismo yihadista intenta desestabilizar el mundo musulmán, por eso las autoridades tunecinas argumentan que una manera de combatirlo es seguir visitando el país, que ellos ya se encargarán de hacerlo más seguro. El escritor tunecino Abu al-Kasem tiene un poema que los niños aprenden en las escuelas, titulado La voluntad de vivir, que vale para esa hora, pues asegura que el deseo de vivir puede conseguir que el destino obedezca.