Marismas amenazadas
Un estudio pide mejorar la gestión del agua para que las marismas resistan el cambio climático
El parque nacional de Doñana corre el riesgo de desaparecer tal como lo conocemos a causa del cambio climático si sus gestores no asumen políticas de ámbito local para evitar su vulnerabilidad.
Las algas tóxicas pueden aumentar por los vertidos, la reducción de caudales y el calentamiento
El parque nacional de Doñana, como otros grandes tesoros naturales del planeta (la selva amazónica o la Gran Barrera de Coral) corren el riesgo de entrar en colapso a causa del cambio climático si sus gestores no asumen políticas de ámbito local para evitar su vulnerabilidad. En Doñana, la reducción de caudales que alimentan las marismas y la peor calidad de esos recursos están causando brotes de algas tóxicas, lo que pone en peligro la biodiversidad natural. Y todo esto se agrava además por el aumento de las temperaturas. Así lo indica un estudio de la revista Science en el se subraya una tesis central: para defender a los grandes enclaves naturales frente al calentamiento hay que combatir las otras amenazas: los aportes de abonos y aguas residuales, la sobrepesca o la tala de árboles.
Las marismas de Doñana son el cuartel de invierno más importante en Europa para las anátidas y otras aves acuáticas. Más de medio millón de ejemplares visitan anualmente este espacio natural con invertebrados endémicos, plantas acuáticas y el sistema de lagunas temporales más importante de Europa. Pero las marismas son especialmente vulnera- bles al cambio climático si no se afronta cóctel de veneno que le acecha: poca agua, sucia y con temperaturas más altas. Así lo cree Andy Green, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC),
Todo tiene su origen en la galopante extracción de agua subterránea en el entorno de este espacio (usos agrícolas, turísticos...), lo que reduce la aportaciones de caudal a las marismas y lagunas. Y en segundo lugar está la contaminación por nutrientes generados por los abonos agrícolas y las aguas residuales urbanas. “La entrada de nutrientes, combinada con la perdida de aportes de agua, están reduciendo la calidad del agua de sus humedales, y eso es la causa de que se den brotes de algas tóxicas y la expansión de azolla, una especie exótica de helecho flotante. Todo ello pone en peligro la biodiversidad de Doñana”, dice Green. Además, el aumento de temperatura –ya contrastado– favorece las algas tóxicas, así como la expansión del helecho, todo lo cual causa la pérdida de plantas y animales nativos. (El helecho causa anoxia, porque al ser una planta flotante, quita la luz y disminuye la producción de oxígeno por parte de otras plantas en la columna de agua).
Otro problema es que “si se reduce la aportación de agua, Doñana corre el riesgo de desecación”, añade Green, quien tiene muy claras cuáles son soluciones. “Si se disminuye la entrada de nutrientes y la extracción de agua, los gestores del espacio podrían reducir este riesgo y, por tanto, aumentar la resistencia de los humedales al cambio climático”, expone. Por eso, para combatir la eutrofización propone reducir el uso de abonos, mejorar las depu- radoras de aguas residuales y cerrar los pozos no autorizados, cuya explotación reduce el caudal a los arroyos que van a la marisma.
Green lamenta además la decisión de la Junta de Andalucía de reducir los recursos que venía destinando todos los años al seguimiento de invertebrados, anfibios y pece. El recorte (de 400.000 a 50.000 euros significa que solo se harán los censos de aves, dice. “Se ha parado el seguimiento de indicadores que nos explican cómo evolucionan estos ecosistemas; el censo de las aves no es suficiente para saber si vamos por el buen camino en la conservación” añade.