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El incumplimiento del objetivo de déficit fijado para Catalunya en el 2014; y la exposición que relaciona las obras de Dalí y Picasso en el Museu Picasso de Barcelona.
EL incumplimiento del objetivo de déficit público en las cuentas de la Generalitat del año 2014 es un hecho negativo que lesiona la confianza y la credibilidad en el país –con independencia de quién sea la culpa– frente a los mercados financieros y los propios ciudadanos. La desviación ha sido notable. El conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, admitió ayer que la diferencia entre gastos e ingresos supera los 4.000 millones de euros, el 2,13% del producto interior bruto (PIB) catalán, que es más del doble del objetivo del 1% comprometido en su día con el Gobierno central.
El conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, asegura que el presupuesto de gastos de la Generalitat se ha ajustado a las previsiones, con un desfase de apenas 47 millones de euros, y que lo que han fallado han sido los ingresos. En concreto, ha dicho que se han obtenido 1.908 millones menos de lo esperado por venta de inmuebles y de concesiones, lo que constituye un error de cálculo no menor.
Las citadas cifras, sin embargo, son provisionales y podrían ser aún mayores si finalmente se realiza la incorporación explícita al sector público de Catalunya de la autopista C-17 –gestionada con peaje a la sombra–, cuyo rescate supondría unos 276 millones de euros más de gasto.
Mas-Colell considera que el problema de déficit público de la Generalitat en el 2014 es consecuencia de la falta de realismo de los presupuestos del Estado efectuados en su día por el Gobierno del Partido Popular, que asfixiaron las finanzas públicas catalanas. Por tanto, ahora la solución –según defiende– sólo puede y debe venir a través de una mayor aportación económi- ca por parte de la Administración central. En su opinión, ante la mejora de la situación económica general del país y el consiguiente incremento de la recaudación fiscal que registra la Hacienda española, y de la que hace gala reiterada el ministro del ramo, debido en buena parte a los impuestos pagados por los ciudadanos catalanes, no hay excusa para que no se solucione de esta manera. No cree que sea posible subir los impuestos propios de Catalunya, ya de por si bastante elevados, ni reducir más el gasto público, ya que ello afectaría seriamente a la calidad de los servicios públicos.
El objetivo de déficit del 1% del PIB para el 2014 fijado para Catalunya por el Gobierno central, como ya dijo en su día Mas-Colell, era del todo irrealista. De acuerdo con los criterios de la ley de Estabilidad Presupuestaria debería haberse establecido en el 2,24%, con lo que la Generalitat habría cumplido perfectamente.
Catalunya es la quinta parte de la economía española, en concreto representa el 19% del PIB. El problema del déficit público de la Generalitat, en consecuencia, lo es también de España y, en gran parte, responde a la falta de actualización del sistema de financiación autonómica, cuya reforma lleva dos años de retraso, y que ha quedado completamente desfasado, agravando la tradicional discriminación fiscal que sufre Catalunya.
No es bueno para nadie, en cualquier caso, que el pulso entre ambas administraciones se envenene más. El Gobierno debe llegar rápidamente a un acuerdo con la Generalitat, que sea justo y equitativo, para resolver la situación antes de que degenere en una crisis de confianza general en la deuda pública española, que podría tener consecuencias muy negativas para la economía si se incrementase el coste de la financiación.