Picasso y Dalí, otra vez juntos
UNA exposición artística se mide por el valor de lo que se ofrece, que se multiplica exponencialmente cuando se reúnen obras de dos gigantes de la pintura del siglo XX, como es el caso de Picasso y de Dalí. Casi ochenta piezas del malagueño y del ampurdanés se recogen en la Picasso-Dalí / Dalí-Picasso que abre hoy sus puertas en el Museu Picasso de Barcelona hasta el 28 de junio, focalizado en las relaciones entre ambos y la influencia que el primero ejerció sobre el segundo, así como en las diferencias de estilos y de ideologías.
El cara a cara artístico entre ambos, la primera vez que se expone en público, pone de manifiesto hasta qué punto las miradas de dos creadores tan diversos que coincidieron en el tiempo determinó su particular visión del mundo, cómo se influyeron mutuamente e incluso cómo recogieron legados históricos tan trascendentes como los de Velázquez y de Goya, o cómo y por qué se incorporaron al cubismo o al surrealismo. Por todas esas razones resulta tan ilustrativa e interesante una iniciativa de este tipo, fruto de la colaboración entre el Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida), el Museu Picasso de Barcelona y la Fundació Gala-Dalí de Figueres, que han logrado reunir obras de procedencias diversas o incluso piezas que hasta ahora no habían estado al alcance del gran público.
La historia del arte, también el contemporáneo por supuesto, está plagada de influencias e interrelaciones de todo tipo, desde el aspecto más personal al artístico, al político y al social en general, que impregnan la razón de ser de la evolución de lo bello, pero también del devenir de la humanidad. Todavía más si la conexión artística y cívica de los dos creadores coincidió con una época de grandes tribulaciones –dos guerras mundiales, una contienda civil y una revolución política que marcaron profundamente a Europa–, y de un giro copernicano en los cánones artísticos no siempre comprendidos y aceptados. Exposiciones como la que se presenta a partir de hoy en el Picasso de Barcelona son, por encima de todo, una manera muy pedagógica de explicar el mundo y a nosotros mismos, que sin duda nos podemos ver reflejados en las inquietudes y en la forma de entender el arte de aquellos dos maestros del siglo XX que tuvieron en Barcelona y en Catalunya su cuna creativa.
Es, por tanto, una excelente ocasión, que no se da con mucha frecuencia, de poder asistir a una muestra que –más allá del fenómeno artístico y de su evolución– nos ofrece claves sobre quiénes somos y del por qué hemos llegado hasta donde nos encontramos.