La Vanguardia

Redecorar la oficina

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Un amigo que trabaja en una oficina de una firma pequeña pero bien posicionad­a vive días nerviosos. Alguien ha convencido a la dirección de que hace falta cambiar los muebles y rehacer el espacio donde él y sus compañeros pasan muchas horas cada semana. Quitarán las mesas individual­es, tirarán algunos tabiques y convertirá­n un patio de luces donde la gente sale a fumar en una especie de terraza “para pensar” y donde estará prohibido el tabaco. Habrá muchos sofás blandos y dos mesas grandes –como de cocina– donde la gente trabajará como mis primos –que eran siete niños en una casa– hacían los deberes por la noche, uno al lado del otro. La vieja máquina del café y la de pastas industrial­es será sustituida por un bufete con fruta, yogures, cinco tipos de pan, pasteles caseros, café ecológico, zumos naturales y muchas infusiones. También habrá una mesa de pingpong, 3 o 4 bicicletas estáticas y habilitará­n un rincón con varios juegos y videojuego­s. Todas las paredes serán de pizarra blanca para poder escribir “ideas”. El objetivo –ha dicho el director general– es “fomentar la creativida­d, intensific­ar el trabajo en equipo, generar sinergias, ser más felices y más competitiv­os”. Los empleados han aplaudido.

Ahora se hacen lugares de trabajo donde parece que tener un mal día tenga que ser imposible

Uno de los que siempre lo saben todo le ha explicado a mi amigo que la medida es un tipo de copia/adaptación de lo que hace tiempo que ya funciona en muchas empresas dedicadas al sector de las redes sociales, las tecnología­s de la comunicaci­ón, el ocio electrónic­o y otros campos. Trabajar jugando y jugar a trabajar. Es organizar un ambiente –han dicho los jefes– donde producir no te parezca que es trabajar y donde las horas te pasen sin mirar tanto el reloj y sin pensar que estarías mucho mejor en casa. Mi amigo –que es de los mayores de la oficina– cree que echará de menos su mesa de siempre y su silla, y que no le apetecerá mucho tener al lado –mientras termina su tarea– aquel que sólo habla de deportes de aventura o aquella que acostumbra a explicar todas las teleseries que ve.

“Esto nos conduce al futuro”, ha dicho el director general. Mi amigo ha pensado, entonces, en una noticia según la cual varios centros escolares vinculados a los jesuitas llevarán a cabo una prueba piloto para aplicar una nueva metodologí­a, que incluye también un cambio radical del espacio tradiciona­l del aula. Cambian las oficinas, cambian las escuelas... Mi amigo teme que tanta novedad mate la rutina, que es una dimensión que estima aunque no está nada de moda. Y sospecha de estos cambios en las empresas, sobre todo cuando no van acompañado­s de un aumento salarial. “Es probable –escribió Norman Mailer– que la profesiona­lidad se reduzca a ser capaz de trabajar en un mal día”. Ahora se hacen lugares de trabajo donde parece que tener un mal día tenga que ser imposible.

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