Un sabio de la música
GREGORI ESTRADA I GAMISSANS (1918-2015) Monje de Montserrat, organista, musicólogo
Quienes acudían los últimos tiempos a Montserrat podían verle, al acabar los oficios, abandonar la Basílica detrás de todos los monjes en su silla de ruedas, ya afectada fuertemente su salud. Después de 80 años como monje y 73 como sacerdote, falleció el día 18 el padre Gregori (Francesc) Estrada i Gamissans, monje benedictino de Montserrat.
Estrada representa a toda una generación de músicos y musicólogos catalanes que en tiempos de la Segunda República hicieron sus estudios en la Escolanía del Monasterio de Montserrat. Debemos recordar entre ellos a Miquel Querol y a Ireneu Segarra, entre otros. Algunos siguieron la vida monacal, mientras que Querol, por ejemplo (que entonces en Montserrat se llamaba Odó Querol), que ha dejado una trabajo muy importante en lo que hace al conocimiento de la música del barroco catalán y español, pasó a la vida civil, siendo durante muchos años director del Instituto de Musicología del CSIC. Eran los tiempos también de monseñor Higini Anglés, que fue director del Instituto Pontificio de Roma, cargo que ahora ostenta nuevamente un monje de Montserrat, el padre Jordi Agustí Piqué.
La vocación musical del padre Gregori Estrada iba en paralelo a la religiosa. Y a partir de la formación en la Escolanía –donde estudió bajo la guía de Anselm Ferrer, Àngel Rodamilans i Ildefons Civil–, pasó a desarrollar en 1935 y 1936 estudios avanzados de órgano en el Conservatori del Liceu, a la vez que seguía los estudios eclesiásticos en el Monasterio, donde desde entonces ya ejercía temporalmente de organista, sustituyendo al padre Ildefons Pinell.
Estamos hablando de los años treinta, que pronto se vieron dinamitados por la Guerra Civil generada por el alzamiento militar de Francisco Franco contra el Gobierno democrático. Y muchos monjes de Montserrat pudieron encontrar refugio en algunos monasterios, sobre todo los benedictinos de Alemania, como los de Maria Laach y Beuron –comparables en niveles académicos al monasterio benedictino catalán– y otros que les acogieron permitiéndoles desarrollar sus estudios y generando un ámbito muy rico de intercambios que, aún hoy, se manifiesta. La sabiduría y devoción por el conocimiento de los monjes catalanes era reconocida internacionalmente.
Gregori Estrada completó esos estudios en Roma en el ámbito de la teología y, acabada la guerra, cuando ya se abría la contienda europea, regresó a España para estudiar armonía y contrapunto con Josep Barberá y Cristòfor Taltabull. En 1950 marchó a París a completar estudios con el organista ciego André Marchal y con el teórico y compositor Charles Koechlin.
En Montserrat centró su actividad, incluso la musical, a través de la composición de piezas litúrgicas, la dirección del coro de monjes y de los estudios dedicados durante mu- chos años al Llibre Vermell, todo ello compatible con tareas organizativas y directivas en la Societat Catalana de Musicologia y el Institut d’Estudis Catalans.
Pero su ámbito fue sensible a muchas otras cuestiones –además de las religiosas–, algunas vinculadas a órganos y campanas, que asumía con compromiso, como la recuperación de campanarios y campanas destruidas durante la guerra, o incluso una pequeña joya perdida definitivamente en los años noventa como fue la fundición de campanas de Monistrol, una muestra de la desatención por parte de las autoridades de nuestro patrimonio cultural, cuyo edificio aún se ve con el rótulo Campanes Guixa / Foneria, subiendo a Montserrat por la carretera.
El padre Estrada fue pues de esa generación de sabios que construyeron, a pesar de las dificultades, sin cesar y merece todo el reconocimiento y la paz del trabajo bien hecho.