La Vanguardia

Descubiert­os los huevos de Dalí

La historia de un proyecto conjunto de los dos artistas

- LLUÍS PERMANYER

Importa evocar los dos primeros encuentros Dalí/Picasso, al constituir el origen de una relación analizada en la exposición inaugurada en el museo de la calle Montcada pero que, en cambio, no viene minuciosam­ente documentad­a en los textos del catálogo.

Me baso en una larga entrevista que hice a Dalí y que publiqué a lo largo de cinco páginas enteras de La Vanguardia en 1972, transcrita también en las dos ediciones de mi libro Dalí parlat (Caixa de Girona 2003 y Quaderns Crema 2004). Contiene informació­n relevante que ha sido ignorada.

Dalí, acompañado por su tía y su hermana, rindió visita a Picasso en la rue de la Boétie. Corría 1926. García Lorca había conseguido que Manolo Sánchez Ortiz accediera a recomendar­le. Y Dalí me contó:

“Llevaba un regalo para Picasso; era una tela acerca la que Alexandre Plana había escrito los pertinente­s elogios. Por cierto: no he vuelto a saber nada más de este cuadro. Lo voy a describir, por si alguien sabe de su paradero. (Hoy lo atesora el museo de Figueres) Medía un palmo cuadrado y se titulaba La noia de Figueres. Lo pinté según el estilo de la escuela holandesa. La noia aparecía con un vestido de encaje y está sentada en el comedor; a través de la ventana se veía las letras Ford en lo alto de una casa vecina. Eran calcadas de las que aparecían en la agencia Ford de Figueres. Las pinté de color azul. Este elemento que ahora sería calificado de pop destacaba en aquel conjunto netamente clásico y, como es lógico, causó un fenomenal escándalo en la ciudad. Pues bien, cuando llegué a casa de Picasso yo llevaba esta tela, cuidadosam­ente envuelta, bajo el brazo”.

Dalí prepara el terreno y le halaga, al confesarle que había decidido visitarle primero a él antes que al Louvre. “Ha hecho usted muy bien”, le replica Picasso.

Y Dalí me sigue contando: “Le entregué el cuadro. Lo examinó casi durante un cuarto de hora sin decir esta boca es mía. Luego, me condujo al taller y me mostró las telas que allí tenía. Así durante dos horas. Dalí tampoco hizo el menor comentario. Esta fue mi primera entrevista con Picasso. Unos años más tarde seguí relacionán­dome con él, y puede decirse que soy el único pintor que hasta el presente ha colaborado con Picasso”.

El segundo encuentro fue, en cambio, netamente artístico. Tuvo lugar en 1933 en el taller parisiense de Lacourrièr­e. Dalí realizaba los 42 grabados que le había encargado Skira para Les Chants de Maldoror. Y allí dio de nuevo con Picasso. Dalí me confió estos recuerdos:

“Picasso me dijo: ‘Llévese esta plancha y añada lo que mejor le plazca’. Cogí la plancha y grabé dos huevos al plato, pero sin el plato; entonces, cuando se la devolví, Picasso grabó a su vez en esa misma plancha. Así entablamos un fructífero e interesant­e diálogo artístico y llegamos a realizar hasta cuatro intercambi­os. Tales obras no han aparecido jamás y Picasso me dijo en una ocasión que se las habían robado; era cuando yo vivía en Rue l’Université”.

Resulta que esta plancha, resultado de las cuatro improvisac­iones de ambos, no se había perdido: la guardaba Picasso y se conserva hoy en el museo Picasso de París. Se reproduce en el catálogo. Armado con una lupa he podido al fin descubrir los huevos sin el plato. Me parece equivocado calificarl­a de “cadáver exquisito”.

“Llévese esta plancha y añada lo que mejor le plazca”, explicó Dalí que le había indicado Picasso

 ??  ??
 ??  ?? A medias. El grabado que se intercambi­aron, con los huevos que añadió Dalí
A medias. El grabado que se intercambi­aron, con los huevos que añadió Dalí

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain