William T. Vollmann: “¿Me merezco esta vida con agua corriente?”
El escritor más poco convencional de todo el festival Kosmopolis habló anoche, en el CCCB, sobre su agitada vida y su desbocada actividad literaria, que se extiende a lo largo de casi 30.000 páginas escritas. “Pido disculpas por tanto papel gastado pero mi primer editor me dijo: ‘Un libro tiene que ser lo largo que tenga que ser’”, saludó, de entrada, William T. Vollmann (Los Ángeles, 1959), conocido aquí sobre todo por una gran novela, Europa central, ambientada durante la segunda guerra mundial, con Shostakóvich de protagonista. Pero también ha perpetrado, por ejemplo, una historia de EE.UU. desde los vikingos en siete volúmenes –ya lleva seis–; ha escrito crónicas de guerra desde diversos frentes; ha conseguido memorables relatos de prostitutas, mendigos y drogadictos en los barrios marginales de medio mundo, especialmente de los de San Francisco, o ha firmado abrumadores tratados sobre temas como la violencia o la pobreza.
“A veces, cuando vuelvo a casa de uno de mis viajes, siento vergüenza –dijo ayer–. Me pregunto: ¿Me merezco esta vida con agua corriente en el grifo y tostadora? Y la respuesta es: me merezco que me peguen un tiro tanto como todos”. Así que, para mitigar esa sensación, escribe.
Vollmann reveló que ha acabado “mi novela más larga, The dying grass, que habla de la derrota de la caballería americana frente a los indios en 1876, con el general Custer; al año siguiente, otra vez los indios infligieron una gran derrota al ejército estadounidense. Y, desde allí, ya se les persiguió hasta la frontera canadiense y se les masacró”.
Vollmann –de quien el FBI llegó a sospechar que era el terrorista Unabomber– habló de sus romances con esquimales, de sus combates contra los soviéticos en Afganistán, contó la historia de la Pocahontas real y defendió –en campo contrario– el derecho a llevar armas: “Todos estaríamos de acuerdo en que tengo derecho a defenderme de alguien que me quiera matar, ¿verdad?; o en que puedo disparar a alguien que vaya a matar a un niño. La polémica no está ahí: las diferencias surgen a la hora de establecer qué cosas vale la pena defender hasta ese grado”.
A pesar de la fama que le precede, el comportamiento de Vollmann en el festival es muy correcto. Anoche, algunos de sus fans manifestaban una cierta decepción por que no hubiera destrozado nada, a la manera de las antiguas estrellas de rock.