Euro, dólar y paridad
Tras algo más de una semana del inicio de la compra de bonos por el BCE, sus efectos han sorprendido a los más optimistas. En especial, en lo concerniente a la cotización euro/dólar. El euro ya había cedido en los últimos meses: de los cerca de 1,40 euros/dólar en que llegó a cotizar el pasado verano, al entorno de los 1,20 hace unas semanas y por debajo de los 1,05 dólares hace unos días. Todo apunta a que nos encaminamos a la paridad.
Para la eurozona, las consecuencias de estas pérdidas son ambiguas, y también genera impactos sobre otros países. Entre las primeras, la más relevante es su efecto sobre el crecimiento del PIB: el consenso apunta a que por cada 10% de caída del valor de la divisa, el PIB aumente unas 5 décimas. Además, el incremento de precios de las compras exteriores elevará el ritmo de crecimiento del IPC del área, el objetivo último del programa de compra de bonos, incremento que, probablemente, será de forma más rápida de lo que podía preverse hace poco. Finalmente, también destaca el aumento de los ingresos de las empresas exportadoras y de los beneficios de las inversiones en el exterior del área que verán aumentadas en euros los resultados conseguidos en el resto del mundo.
Pero también hay un lado obscuro en esa caída. El aumento del PIB que se produzca no estará vinculado a las reformas, que con tanta urgencia precisa la eurozona. La pérdida del euro genera menores exigencias sobre los gobiernos, que se traducirá en una ralentización de los programas reformistas, imprescindibles para la estabilidad en el largo plazo. Además, la misma intensidad y rapidez de aquella contracción genera inquietudes respecto
Las previsiones de inflación del BCE pueden desbordarse, pero al alza, si el euro continúa su caída
de su solidez. Porque, aunque es cierto que las expectativas de los tipos de interés en los EE.UU. están contribuyendo, no lo es menos que parte del mismo refleja movimientos de capital a corto plazo ( hotmoney ), que podrían revertir. Finalmente, las previsiones de inflación del BCE pueden desbordarse, pero excesivamente al alza, si el euro continúa en esa caída libre.
Para los socios de la eurozona, esta caída se interpreta como un ineludible peaje. Porque en este mercado global, lo que ganamos unos devaluando, otros lo pierden revaluando, aunque no quieran. Y si no, dense un garbeo por la Europa con divisa propia, y verán como todo el mundo reduce sus tasas de interés en un intento por debilitar sus divisas. Y lo mismo sucede en Asia, como Corea del Sur mostró la pasada semana. Además, en los EE.UU. no es sólo que caigan las exportaciones por la fortaleza del dólar. Es más importante, para un país con tanta inversión exterior, la reducción de los ingresos por rentas de inversión en dólares, o por beneficios de sus filiales internacionales. A las grandes corporaciones americanas lo que está sucediendo no puede entusiasmarles. Ojo, pues, con la intensa pérdida del euro. No vayamos a morir de éxito.