Un camino de ida y vuelta
La Gran Recesión, como ya se conoce al periodo que va desde el estallido de la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos (agosto del 2007) y el año pasado, tuvo un efecto devastador sobre la economía, plasmado en la destrucción de millones de empleos y el hundimiento y desaparición de miles de empresas. Los asesores especializados en fusiones y adquisiciones se quedaron sin trabajo. No había crédito y sin dinero, nadie podía comprar nada. Las operaciones cayeron en picado. ¿Qué hacer? Si algo han demostrado históricamente los abogados y consultores es que saben buscarse la vida para facturar. Y así, con la misma velocidad e intensidad con la que menguaban los departamentos de M&A (fusiones y adquisiciones), iba engordando el área de restructuring, es decir, las encargadas de arreglar los desaguisados provocados por el alto endeudamiento y asesorar a los clientes necesitados de refinanciaciones o concursos de acreedores. Ahora, con la llegada de la recuperación –y aunque aún falta mucho camino por recorrer para normalizar la situación–, han vuelto a cambiar las tornas. Los concursalistas están deprimidos por la ausencia de asuntos relevantes mientras los mamporreros que facilitan las fusiones y adquisiciones no dan abasto. Por supuesto que es saludable que se compren y vendan empresas, pero también lo es que, visto lo sucedido durante la crisis, nadie se confiara demasiado ni se dejara cegar por el momento actual. En la raíz de la debacle de los últimos años hay demasiadas operaciones absurdas, sin sentido, mal estructuradas. Creo que no hace falta poner ejemplos.