El aire de un crimen
El año más violento Director: J.C. Chador
Intérpretes: Oscar Isaac, Jessica Chastain, David Oyelowo Producción: EE.UU., 2015. A most violent year. 125 m. Thriller.
Era el mejor de los tiempos y también el peor. Era la primavera de los triunfadores de la época Reagan, que se anunciaba en el horizonte. Y también fue el otoño de los gángsters y de las mafias. Hablamos de 1981, en Nueva York, cuando hubo en aquella ciudad más crímenes que en ningún otro año del siglo. Fue, efectivamente, el año más violento.
J.C. Chador, sin embargo, habla más bien de otro tipo de vio- lencia. De una violencia difusa y sorda; indefinida, aunque palpable. Con ese aire de un crimen que todo lo cubre.
El año más violento es sobre todo una atmósfera. Cuenta la historia de Abel Morales (Oscar Isaac), un hispano que esta a punto de conseguirlo. Sí; de conseguir eso que hemos convenido en llamar el sueño americano, eso tan antipático por manido. Pero aquí es necesario volver a ello, porque ese sueño se ve sobre todo desde su lado oscuro, situados en la aspereza de su rugosa superficie.
El filme no explica cómo Morales ha llegado ahí, ni hace falta. La maravillosa fotografía de Bradford Young, seca y fría, girada al azul triste, como de los setenta, habla de un pasado turbio. Como si un trasunto de Michael Corleone buscara en los negocios la respetabilidad que nunca ha te- nido. El nombre de Corleone no lo cita uno aquí por casualidad. Isaac tiene la callada cualidad de aquel Pacino joven, y también su fuerza. A su lado, otra fuerza de la naturaleza: Anna (Jessica camaleón Chastain), su mujer. Capaz de llegar mucho más lejos, con o sin él. Ambos comparten un entendimiento tácito, como si uno fuera Macbeth y la otra, su mujer y las tres brujas a la vez.
El drama es sordo, como se ha dicho. Sin demasiada explicación. Morales tiene un negocio de distribución de fueloil y se lo están minando. Como en una obra de Beckett, pasan cosas sin saber por qué. Son las fuerzas sin nombre –o del caos– que los ponen a prueba. Película de silencios y de sospechas, que atrapa el aire crepuscular de una época que termina, como aquel 1981 en el que transcurre la historia.