La Vanguardia

Vuelve la indie de armas tomar

LA CANTANTE , COMPOSITOR­A Y TAMBIÉN ACTRIZ SE DESMELENA Y FIRMA ‘LO NUESTRO ’, UN NUEVO DISCO LLENO DE RITMO , ELECTRICID­AD Y LETRAS CON INTENCIÓN

- ESTEBAN LINÉS

La cantante de raíces británicas y danesas presentará su álbum en L’Auditori y en el Primavera Sound

La vida artística de Christina Rosenvinge es, como mínimo, de una fascinante variedad. Casi tanto, lo de fascinante, como su propia personalid­ad, aunque eso sea cuestión de gustos. No lo dicen solo los apologetas sino también los que saben de que va el tema. En cualquier caso, la artista madrileña –hija de padre danés y madre británica– vuelve a la actualidad musical de la mano de un flamante álbum en donde abandona su vertiente más íntima, acústica y reposada para buscar el ritmo, los sonidos eléctricos y unas canciones que dicen cosas con evidente intención.

Lo nuestro es el nombre con el que ha bautizado una obra que tiene otro ingredient­e simbólico como el hecho de que está editado por El Segell del Primavera, es decir, la empresa discográfi­ca creada por los organizado­res del festival Primavera Sound. Con el certamen barcelonés, de hecho, este fichaje discográfi­co supone la culminació­n de una fructífera relación entre ambas partes, que ha permitido que Rosenvinge haya actuado en alguna edición de la cotizada y exigente convocator­ia. Algo que repetirá en esta edición, después de haber presenta- do oficialmen­te su nueva obra en L’Auditori el próximo 16 de abril, dentro de la programaci­ón del festival Guitar Bcn.

Considerad­a por algunos como “la gran musa del indie patrio”, los cerebros del Primavera argumentan para traerla que “con más de tres décadas de carrera a sus espaldas, Christina Rosenvinge es la única artista española que puede presumir de haber sobrevivid­o al pop adolescent­e y de haberse convertido en un icono del pop independie­nte”. Porque la gente que se haya quedado encandilad­a con la imagen que ofrece ahora, madura, jovialment­e atractiva, como si permanente­mente estuviera un poco fuera de lugar, se quedaría segurament­e algo sorprendid­a de sus comienzos estéticos como vocalista, ya fuera integrante del desternill­ante trío Magia Blanca, o del inolvidabl­e dúo que formó junto a Álex de la Nuez. Pasaron los años, y ella cambió, se fue a Nueva York, cantó y editó en inglés, y se puso más trascenden­te. Eran los años del cambio de milenio y fue entonces cuando alguien la calificó como la Madonna española “en versión triste”. Ella respondió en aquel entonces que “Madonna ha ganado mucho más dinero que yo, que cada vez gano menos. Su mutación ha sido fundamenta­lmente cosmética, mientras que yo llevo los mismos vaqueros y peinado de siempre. Mi cambio ha sido interior”.

Ha llovido bastante desde entonces. Sigue llevando tejanos, sigue mirando de una manera difícil de definir, sigue pareciendo que le cueste responder, sigue administra­ndo su ocasional coquetería. Pero está muy ilusionada con un vigoroso disco con el que ha puesto punto final a un periodo de su carrera de la que comenzaba a estar harta. “Este último año y medio he tocado mucho en clave íntima en teatros y salas. Tenía ganas de hacer algo energético, me apetecía mucho volver a hacer ruido, después de estar muchos meses yendo en plan radicalmen­te acústico, bastante introspect­ivo. El papel de cantautora está bien pero llega un momento en que el cuerpo pide más”.

Fue en el verano del 2011 cuando su guitarrist­a habitual por aquel entonces, Charlie Bautista, no pudo acompañarl­a en unos directos y ella recurrió al músico, guitarrist­a y productor Raül Fernández, el ubicuo músico capaz de tocar en plan distorsión como de producir a Kiko Veneno o a Sílvia Pérez Cruz. “Siempre nos habíamos llevado bien, y cubrió esas suplencias. Al cabo de un tiempo nos confabulam­os para hacer un disco que no tuviera nada de intimista y a partir de allí me puse a escribir. Y me salieron las cosas, encerrada en casa cinco días en pijama, por ejemplo”. Y salieron canciones de todo tipo, de índole reivindica­tiva, sobre el caminar diario, una incluso de aroma feminista, y alguna de título equívoco como su primer single, La muy puta. Y, claro, “si vas a hablar de angustia existencia­l no lo vas a hacer con instrument­os blandos, quieres que salga algo robusto y poderoso”.

“Lo que tenía claro es que fuese vitalista”, insiste la cantante, compositor­a y escritora. “Los textos de este disco están muy meditados, pero lo importante es que hablo de las cosas que me arrebatan”. El proceso no fue fácil, sin embargo, reconoce la también actriz ocasional –papeles breves pero recordable­s en Todo es menti

ra (junto a Penélope Cruz y Coque Malla) o en La pistola de mi

hermano (de su ex pareja Ray Loriga). “En la grabación hubo tensión, no te lo voy a negar. No fue un proceso placentero. Cuando Raül tiene las ideas claras, es muy difícil descabalga­rle. Pero la experienci­a me ha enseñado que si en el disco sale mi nombre, entonces allí solo saldrá lo que yo considere que se ajusta a mi propuesta”. De armas tomar.

 ?? MARINO CIGÜENZA ?? Imagen casual. La cantante ha sabido crear una imagen inconfundi­ble con el paso de los años
MARINO CIGÜENZA Imagen casual. La cantante ha sabido crear una imagen inconfundi­ble con el paso de los años

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