Vuelve la indie de armas tomar
LA CANTANTE , COMPOSITORA Y TAMBIÉN ACTRIZ SE DESMELENA Y FIRMA ‘LO NUESTRO ’, UN NUEVO DISCO LLENO DE RITMO , ELECTRICIDAD Y LETRAS CON INTENCIÓN
La cantante de raíces británicas y danesas presentará su álbum en L’Auditori y en el Primavera Sound
La vida artística de Christina Rosenvinge es, como mínimo, de una fascinante variedad. Casi tanto, lo de fascinante, como su propia personalidad, aunque eso sea cuestión de gustos. No lo dicen solo los apologetas sino también los que saben de que va el tema. En cualquier caso, la artista madrileña –hija de padre danés y madre británica– vuelve a la actualidad musical de la mano de un flamante álbum en donde abandona su vertiente más íntima, acústica y reposada para buscar el ritmo, los sonidos eléctricos y unas canciones que dicen cosas con evidente intención.
Lo nuestro es el nombre con el que ha bautizado una obra que tiene otro ingrediente simbólico como el hecho de que está editado por El Segell del Primavera, es decir, la empresa discográfica creada por los organizadores del festival Primavera Sound. Con el certamen barcelonés, de hecho, este fichaje discográfico supone la culminación de una fructífera relación entre ambas partes, que ha permitido que Rosenvinge haya actuado en alguna edición de la cotizada y exigente convocatoria. Algo que repetirá en esta edición, después de haber presenta- do oficialmente su nueva obra en L’Auditori el próximo 16 de abril, dentro de la programación del festival Guitar Bcn.
Considerada por algunos como “la gran musa del indie patrio”, los cerebros del Primavera argumentan para traerla que “con más de tres décadas de carrera a sus espaldas, Christina Rosenvinge es la única artista española que puede presumir de haber sobrevivido al pop adolescente y de haberse convertido en un icono del pop independiente”. Porque la gente que se haya quedado encandilada con la imagen que ofrece ahora, madura, jovialmente atractiva, como si permanentemente estuviera un poco fuera de lugar, se quedaría seguramente algo sorprendida de sus comienzos estéticos como vocalista, ya fuera integrante del desternillante trío Magia Blanca, o del inolvidable dúo que formó junto a Álex de la Nuez. Pasaron los años, y ella cambió, se fue a Nueva York, cantó y editó en inglés, y se puso más trascendente. Eran los años del cambio de milenio y fue entonces cuando alguien la calificó como la Madonna española “en versión triste”. Ella respondió en aquel entonces que “Madonna ha ganado mucho más dinero que yo, que cada vez gano menos. Su mutación ha sido fundamentalmente cosmética, mientras que yo llevo los mismos vaqueros y peinado de siempre. Mi cambio ha sido interior”.
Ha llovido bastante desde entonces. Sigue llevando tejanos, sigue mirando de una manera difícil de definir, sigue pareciendo que le cueste responder, sigue administrando su ocasional coquetería. Pero está muy ilusionada con un vigoroso disco con el que ha puesto punto final a un periodo de su carrera de la que comenzaba a estar harta. “Este último año y medio he tocado mucho en clave íntima en teatros y salas. Tenía ganas de hacer algo energético, me apetecía mucho volver a hacer ruido, después de estar muchos meses yendo en plan radicalmente acústico, bastante introspectivo. El papel de cantautora está bien pero llega un momento en que el cuerpo pide más”.
Fue en el verano del 2011 cuando su guitarrista habitual por aquel entonces, Charlie Bautista, no pudo acompañarla en unos directos y ella recurrió al músico, guitarrista y productor Raül Fernández, el ubicuo músico capaz de tocar en plan distorsión como de producir a Kiko Veneno o a Sílvia Pérez Cruz. “Siempre nos habíamos llevado bien, y cubrió esas suplencias. Al cabo de un tiempo nos confabulamos para hacer un disco que no tuviera nada de intimista y a partir de allí me puse a escribir. Y me salieron las cosas, encerrada en casa cinco días en pijama, por ejemplo”. Y salieron canciones de todo tipo, de índole reivindicativa, sobre el caminar diario, una incluso de aroma feminista, y alguna de título equívoco como su primer single, La muy puta. Y, claro, “si vas a hablar de angustia existencial no lo vas a hacer con instrumentos blandos, quieres que salga algo robusto y poderoso”.
“Lo que tenía claro es que fuese vitalista”, insiste la cantante, compositora y escritora. “Los textos de este disco están muy meditados, pero lo importante es que hablo de las cosas que me arrebatan”. El proceso no fue fácil, sin embargo, reconoce la también actriz ocasional –papeles breves pero recordables en Todo es menti
ra (junto a Penélope Cruz y Coque Malla) o en La pistola de mi
hermano (de su ex pareja Ray Loriga). “En la grabación hubo tensión, no te lo voy a negar. No fue un proceso placentero. Cuando Raül tiene las ideas claras, es muy difícil descabalgarle. Pero la experiencia me ha enseñado que si en el disco sale mi nombre, entonces allí solo saldrá lo que yo considere que se ajusta a mi propuesta”. De armas tomar.