“Si eras cristiano, te disparaban allí mismo”
Los alumnos de la universidad keniana de Garissa narran el brutal ataque del grupo islamista Al Shabab, que se salda con 147 muertos
El yihadismo asestó a Kenia uno de los peores golpes de su historia. Un total de 147 estudiantes de la Universidad de Garissa, en el este del país, fueron asesinados en un asalto con rehenes que duró más de quince horas.
El grupo fundamentalista somalí Al Shabab reivindicó el ataque, en el que varios terroristas se parapetaron en un dormitorio de la residencia estudiantil con varios alumnos como escudos humanos. El Gobierno de Kenia, que desplegó un enorme dispositivo militar, con apoyo aéreo y tanques incluidos, anunció sobre las ocho de la noche que la operación había terminado: había matado a cuatro terroristas y rescatado a 587 estudiantes.
Imágenes del interior del recinto mostraban escenas dantescas, con decenas de cuerpos sin vida en el suelo de las aulas. A la espera de conocer la cifra final de fallecidos —hay 79 heridos, varios de ellos muy graves—, se trata del atentado terrorista más sangriento de la banda Al Shabab y el peor de Kenia desde el año 1998, cuando Al Qaeda hizo explotar un coche bomba junto a la embajada de Estados Unidos en Nairobi y mató a 213 personas. En el 2013, Al Shabab fue responsable del asalto de varios días al centro comercial Westgate, en Nairobi, con más de 60 muertos.
Los estudiantes que consiguieron escapar narraban el jueves historias de terror. Sobre las cin- co de la madrugada, varios hombres armados irrumpieron en los cuatro dormitorios de la residencia universitaria donde descansaban los estudiantes. Collins Wetangula estaba a punto de entrar en la ducha cuando escuchó las primeras detonaciones y se encerró con tres compañeros en su habitación. “Todo lo que podíamos oír eran pasos y disparos, nadie gritaba para evitar que los hombres armados nos descubrieran. Los atacantes repetían: ‘Sisi ni alShabab’ (somos Al Shabab en swahili)”, explicó a AP. Al Shabab, que asegura estar “en guerra” con Kenia, ha matado a casi 500 personas en suelo keniano desde el 2011, año en que el Gobierno de Nairobi envió tropas a Soma- lia para combatir a los islamistas.
Aunque en la provincia donde ocurrió el ataque la mayoría de la población es de etnia somalí, la Universidad de Garissa, situada a unos 150 kilómetros de la frontera con Somalia, acoge a estudiantes de todo el país, de diferentes etnias y credos, y estaba en la lista de objetivos terroristas. Aunque la inteligencia de Kenia había advertido hace unas semanas de que el centro universitario podía sufrir un atentado inminente, sólo dos guardias de seguridad, que fueron abatidos rápidamente por los terroristas, custodiaban la residencia estudiantil.
Según un alumno, los milicianos del grupo radical somalí separaron a las víctimas según su reli-
gión. “Si eras cristiano, te disparaban allí mismo. Con cada detonación de arma de fuego pensaba que iba a morir”, relató. El jefe de policía keniano, Joseph Boinet, negó ese extremo y aseguró que los islamistas “dispararon indiscriminadamente” en cuanto entraron al campus.
Uno de los portavoces de Al Shabab, Sheij Abdiasis Abu Musab, insistió en que todos los estudiantes retenidos dentro del edificio eran cristianos. “Hemos dejado ir a los alumnos musulmanes”, aseguró. La radio oficial de Al Shabab, Al Andalus, también apuntó que “una vez separados los musulmanes, empezó la cruzada”. Se trata de una táctica que la milicia somalí ha repetido en sus ataques de los últimos meses en Kenia. En diciembre del año pasado, asesinaron a los obreros de una cantera que no fueron capaces de rezar versículos del Corán y un mes antes hicieron lo propio con los pasajeros de un autobús en el nordeste del país.
La selección de las víctimas según la fe es pura propaganda de la banda radical, que busca avivar las tensiones religiosas en Kenia, en un momento delicado tras las políticas antiterroristas gubernamentales que han derivado en abusos policiales hacia la comunidad musulmana.
En realidad, Al Shabab se ha hartado de matar a civiles musulmanes en Somalia y Kenia desde hace años y, la semana pasada, asaltó un hotel de la capital, Mogadiscio, y retuvo a varios rehenes durante horas: 24 personas, incluidos los asaltantes, murieron en el ataque. La religión entonces no salvó a nadie.
El Gobierno de Kenia señaló a Mohamed Kuno, alias Dulyadeyn, el ambidiestro en lengua somalí, director de una madraza o escuela islámica en Garissa hasta el 2007, como organizador del ataque de ayer y ofreció una recompensa de unos 200.000 euros por su cabeza.
ESTUDIANTE ATERRORIZADO “Si eras cristiano, te disparaban allí mismo; con cada tiro pensaba que iba a morir”
EL ATAQUE DURÓ 15 HORAS Los terroristas irrumpieron de madrugada en los dormitorios