El copiloto aceleró el avión para estrellarlo a propósito
Lubitz indagó en internet sobre la puerta de la cabina y modos de suicidio
BARCELONA Agencias y redacción
Las dudas, si aún las hubiere, de lo que sucedió a bordo del vuelo 4U9525 de Germanwings entre Barcelona y Dusseldorf que se estrelló en los Alpes franceses el pasado día 24 y causó la muerte de sus 150 ocupantes son cada vez más tenues. El análisis preliminar de la segunda caja negra –Flight Data Recorder (FDR), que registra los parámetros técnicos de vuelo–, hallada el pasado jueves, confirma lo que ya se deducía de la primera. A saber: que el copiloto Andreas Lubitz aprovechó la salida del comandante, Patrick Sondheimer, de la cabina de pilotaje para estrellarse deliberadamente contra las montañas.
El organismo francés encargado de la investigación, el Bureau d’Enquêtes et d’Analyses (BEA), explicó ayer en un comunicado que el copiloto, solo en la cabina de vuelo, reprogramó el piloto automático para ordenar al aparato “un descenso hacia una altitud de 100 pies (30 metros)” y después, “en varias ocasiones”, volvió a retocar el piloto automático “para aumentar la velocidad”.
La primera caja negra –Cockpit Voice Recorder (CVR), que graba las conversaciones de los pilotos entre ellos y con los centros de control– ya había puesto de manifiesto que el copiloto se encerró deliberadamente en la cabina de vuelo y accionó el descenso a propósito.
Otros indicios avalan esta hipótesis. Las últimas búsquedas de Lubitz en internet hacen estremecer. El copiloto estuvo informándose sobre las puertas de la cabina de pilotos y sus medidas de seguridad, así como sobre distintos métodos de suicidio. Así lo reveló el jueves la fiscalía de Dusseldorf, tras analizar una tableta hallada en uno de los dos domicilios de Lubitz. “El navegador no había sido borrado –informa el comunicado– y ha sido posible seguir las búsquedas realizadas entre el 16 de marzo y el 23 de marzo”, la víspera del siniestro.
Además de investigar sobre el suicidio y la puerta blindada de la cabina, Lubitz también buscó “métodos de tratamiento médico”, indicó la fiscalía, sin precisar de qué tipo de enfermedad. El copiloto, que tenía un historial de tendencias suicidas y depresión, estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Tenía una baja médica para el día de la tragedia, que no había comunicado a Germanwings.
El Gobierno alemán plantea revisar los controles psicológicos de los pilotos y el cierre de las puertas
Los investigadores creen que actuó movido por la desesperación de ver que su carrera de piloto, su sueño desde niño, estaba a punto de derrumbarse.
El fiscal de Marsella, Brice Robin, que comunicó el jueves el hallazgo de la segunda caja negra, anunció asimismo que los investigadores han aislado 150 perfiles genéticos diferentes, que deberán ser comparados con las muestras de ADN proporcionadas por las familias de las víctimas.
Por su parte, el Gobierno alemán anunció el jueves la creación de un grupo de expertos pa- ra revisar los sistemas de cierre de la cabina y los exámenes médicos y psicológicos de los pilotos. La decisión se adoptó en una reunión entre el ministro de Transportes, Alexander Dobrindt, y representantes de la Federación Alemana de la Industria de la Aviación. La comisión presentará una lista de propuestas.
El ministro del Interior, Thomas de Maizière, ha puesto encima de la mesa la reintroducción de controles de identidad en todos los vuelos dentro de la UE y de la zona Schengen. “Debemos saber, por motivos de seguridad, quién se encuentra realmente a bordo de un avión”, afirmó el ministro al diario alemán Bild, respecto a la práctica actual, en que a menudo ni siquiera se pide al pasajero que, además de su tarjeta de embarque, se identifique con su carnet o pasaporte.
Lufthansa admitió el martes que hace seis años, cuando era alumno de la escuela de pilotos de la aerolínea, Lubitz informó de que había sufrido un “episodio depresivo grave” que le obligó a interrumpir su formación. La información no llegó nunca a Germanwings, su filial.