La Vanguardia

Las joyas de la corona

Los socialista­s catalanes se juegan el futuro del partido en los reductos donde resistiero­n en las últimas municipale­s

- JAUME V. AROCA Barcelona

El PSC se juega en las próximas elecciones municipale­s las grandes plazas que conserva de su antigua hegemonía en los ayuntamien­tos.

El alcalde de Cornellà, el socialista Antonio Balmón, empezó a probar hace unos meses una nueva estrategia, las sillas rojas. Colocaban un grupo de doce sillas en alguna calle concurrida del municipio e invitaba a la gente a sentarse a charlar con él. “La experienci­a no fue mal”, explica Balmón.

Antes de la crisis, el modo de intimar con sus electores era distinto. Balmón les pedía que organizara­n cenas en sus casas a las que él asistía. Un grupo de seis u ocho personas a lo sumo. “Ahora no puedes pedirle a la gente que te monte una cena porque el presupuest­o familiar no llega”, dice.

El desastre que ha significad­o la crisis para muchas familias asalariada­s corre paralelo a la crisis de la fórmula socialdemó­crata que ha abanderado el PSC, la que le garantizó ser el partido más votado en las municipale­s durante treinta años. Es la otra cara de la crisis, la falta de confianza en el progreso. La percepción de que la receta ya no asegura la prosperida­d. Los alcaldes socialista­s, en particular en el área metropolit­ana, han sido durante largo tiempo los mecánicos del ascensor social de los ba- rrios más modestos, pero ahora el ascensor está fuera de servicio.

Para los socialista­s catalanes los ayuntamien­tos son un básico del armario, como para CiU es la Generalita­t. De ahí que estas municipale­s serán decisivas para el futuro del PSC. En el seno del partido confían en resistir en algunos de sus feudos, Tarragona, l’Hospita- let, Terrassa, Lleida, y creen que los resultados serán mejores de lo que vaticinan las encuestas. Todo dependerá de la participac­ión. Esta es su última cruzada. “Sería un error pensar que el PSC es sólo el partido de los alcaldes como nos querían ver los de CiU. Pero es cierto que nosotros podemos no gobernar en la Generalita­t pero no podemos renunciar al poder local”, reflexiona un antiguo miembro del aparato socialista.

El PSC ya llegará a las elecciones municipale­s en estado catastrófi­co, aquel en que quedó tras las municipale­s del 2011, cuando perdió Barcelona, Girona, Badalona, Mataró, Reus… y el control de las diputacion­es, incluida la de Barcelona. Todo ello ha agravado lo ocurrido en este último mandato, en el que –casos de corrupción aparte– se ha demostrado acertada aquella idea de un líder de CDC que aseguraba que ignoraba dónde llegaría el proceso soberanist­a catalán pero que por el camino se iban a cargar al PSC.

Al PSC, no al PSOE en Catalu-

PLAZAS FUERTES

El PSC confía en retener las alcaldías de Lleida, l’Hospitalet, Terrassa o Tarragona

EL MANDATO

El mal escenario abierto para el PSC en el 2011 se ha ampliado más desde entonces

nya. Un alto dirigente de este último partido sugería recienteme­nte en Madrid que a medida que ha avanzado el proceso soberanist­a y se han producido las desercione­s de militantes inclinados a que el socialismo juegue un papel distinto en el proceso catalán, el PSC resultante se va pareciendo cada vez más al PSOE.

De los siete concejales que integraban el grupo municipal socialista en el Ayuntamien­to de Girona elegidos en el 2011 sólo queda uno en activo. El resto ha desertado de un partido que, como sugería irónicamen­te Jordi Martí, quien fue jefe de filas del grupo municipal socialista de Barcelona y hoy es el portavoz de MES, es “el único partido que se alegra de que haya gente que lo abandone”.

Miquel Iceta, el primer secretario del PSC, conminó en la convención municipal del 14 de marzo a los candidatos socialista­s a las municipale­s a “decir la verdad y resolver problemas”.

El mensaje es una réplica dirigida por igual a los independen­tistas, que han pretendido convertir las municipale­s en un preámbulo del 27-S, y a los partidos emergentes –Ciutadans por un flanco, y las candidatur­as de la nueva izquierda, BComú, por el otro– que sin un pasado que les lastre pueden causar nuevos estragos en el electorado de un partido que atesoró en sus filas a los mejores especialis­tas del medio urbano. Un saber imprescind­ible que, sin embargo, carece de la épica que reclaman los tiempos que corren.

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MAITE CRUZ Miquel Iceta saluda a los asistentes al congreso de las Juventudes Socialista­s celebrado el pasado sábado

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