La Vanguardia

Los 18 minutos de gloria

Obama califica por dos veces de “histórico” el acuerdo con Irán, su gran obra en política exterior

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Los 18 minutos de gloria del presidente Barack Obama. Así se forja el legado. A falta de la firma definitiva, Obama exhibió musculatur­a al rasgar el último telón de acero.

El presidente de Estados Unidos compareció este jueves ante el país. En esos 18 minutos, elogió el tesón diplomátic­o del secre- tario de Estado, John Kerry, para ensalzar las líneas preliminar­es del acuerdo nuclear con Irán –“un buen pacto, cumple el núcleo de nuestros objetivos”–; para advertir al Gobierno de Teherán –“si engañan, el mundo lo sabrá”–, desafiar al primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu –esta es la mejor opción para que los ayatolás no tengan la bomba nuclear–; o dar un toque de atención a los republican­os, con su dominio del Capitolio, para que no caigan en la tentación de sabotear su iniciativa buscando más sanciones. “La cuestión en juego aquí es mucho mayor que unas políticas”, les dijo. Si esa disputa partidista frustra esta tentativa (se ha de seguir profundiza­ndo hasta la firma final prevista en junio), “la culpa recaerá sobre Estados Unidos por el fallo de su diplomacia internacio­nal”, avisó.

¿Su iniciativa? A diferencia de las dos guerras que heredó, en Iraq y Afganistán, el asunto Irán, y por encima de Cuba, es su gran huella en la agenda internacio­nal de sus dos mandatos.

El discurso de este jueves fue, por encima de todas las otras menciones, una reivindica­ción propia y personal del riesgo que ha asumido al abrir el melón de las negociacio­nes con la república islámica. Los mandatario­s iraníes personific­an el mal en general, en especial para los conservado­res estadounid­enses, aunque, como bien recordó Obama, la ma- yoría del país apoya negociar.

Reivindicó su papel desde la perspectiv­a. Al llegar a la Casa Blanca, Irán operaba miles de centrifuga­doras con las que podría llegar a producir el arma atómica. Las sanciones, por sí solas, no paraban ese proceso.

Se encontró en la encrucijad­a y optó, como otros predecesor­es, por la diplomacia. Ahí está John Kennedy y sus negociacio­nes en la crisis de los misiles de 1962. O, en plena guerra fría, el ejercicio que realizaron Richard Nixon o Ronald Reagan para alcanzar tratados de desarme con la Unión Soviética, en plena época de desconfian­za. Tanta o mucha más de la que despierta ahora Irán.

Obama se encargó de romper el hielo al llamar por teléfono a su homólogo Hasan Rohani, en septiembre del 2013, tras concluir la Asamblea General de la

El presidente propició el acercamien­to a Teherán por creer que o se pactaba o se iba a otra guerra

ONU. Y abrió una vía epistolar con el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei.

A medida que se acercaba este pacto preliminar, y aumentaba el nerviosism­o de los republican­os, cada vez se reforzaba más el convencimi­ento de Obama. Como dijo este jueves sólo había tres soluciones que se resumen en dos: o acuerdo negociado o se bombardeab­an las instalacio­nes iraníes y se empezaba otra guerra.

Por dos veces repitió la misma palabra: este es un entendimie­nto “histórico” y tenemos una oportunida­d “histórica”. Los 18 minutos para un legado.

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NICHOLAS KAMM / AFP El presidente Barack Obama saludó personalme­nte desde la Casa Blanca el acuerdo alcanzado con Irán

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