La desigualdad mata
Algunos datos estadísticos son verdaderamente escalofriantes. Por causa de la desigualdad social en los países occidentales, en el planeta mueren al año miles de personas. Parece increíble que presumamos de sociedades avanzadas, donde la mayoría de los gobernantes dicen que la crisis se está superando y que tenemos cubiertas todas las necesidades, y en cambio hay muchas familias que no se pueden alimentar de manera equilibrada, no tienen un techo digno donde vivir o bien no disponen de las coberturas sanitarias y farmacéuticas. La desigualdad, claramente, es una violación de la dignidad humana y reduce la capacidad para funcionar como seres humanos.
Ante estos datos, es evidente que la desigualdad mata y cualquiera de los que estamos en alguna entidad social o plataforma vecinal somos conscientes de esta realidad, con la que nos encontramos con demasiada frecuencia. Familias que viven en infraviviendas, con filtraciones de humedades, y llegan a contraer problemas respiratorios, neumonías, etcétera. Algunas familias, incluso con niños pequeños, que no tienen para comer más que arroz, patatas o salchichas, por falta de recursos. Prefieren no salir de casa porque no tienen ni para tomarse un café, quedando excluidos del círculo de amistades, familiares o de los vecinos de su barrio.
Los ansiolíticos y las frecuentes visitas al médico de cabecera son constantes. El estrés psicológico, la angustia y la depresión ya les superan y prefieren quedarse en casa. Ya se sienten como un problema para su familia y piensan en que no los vean. Una mayoría de sus convecinos los catalogan de fracasados. Ya no les queda dignidad, se sienten unos parias de la sociedad. JOSÉ MANUEL PENA Riveira (A Coruña)