La Vanguardia

Microsoft ya es cuarentón

- FRANCESC BRACERO

Siempre quedará para la historia de las curiosidad­es que un señor que se llama Puertas (Gates) inventara un producto de éxito llamado Ventanas (Windows), pero no resultaría muy adecuado reírse de ello. Bill Gates ha sido, junto con Steve Jobs, el fundador de Apple, una de las mentes más brillantes que ha tenido la informátic­a de consumo. Su gran visión de futuro es la que nos ha configurad­o en buena parte el presente de la tecnología que hoy usamos en muchos ámbitos de nuestra vida.

Gates es el hombre que siempre fue un paso por delante de los demás. Frente al optimismo arrogante de Jobs, el fundador de Microsoft exhibió siempre una metódica seguridad prudente, propia de un auténtico programado­r, alejada de los alardes de muchos de los pioneros de Silicon Valley. Sólo habló de realidades. Su legado es una de las compañías más influyente­s de todos los tiempos. Microsoft cumple 40 años, pero es la visión de Bill Gates la que marcó la mayor parte de esos cuatro decenios.

“Se me da bien tratar a la gente cuando se deja llevar por sus emociones, porque yo soy algo menos emotivo”. La frase es de Bill Gates. A lo largo de su vida ha dado suficiente­s muestras de que esa mente fría es una de las caracterís­ticas que mejor lo definen. Relacionad­o con Apple y con Jobs desde los inicios de sus compañías, el choque de ambos personajes, que se admiraban y despreciab­an a partes iguales, fue constante durante años.

Después de uno de sus múltiples periodos de desencuent­ro, durante el congreso All things di

gital del 2007, organizado por la sección de tecnología de The

Wall Street Journal, cuando preguntaro­n a Jobs por qué creía que el software iTunes de Apple era tan popular entre los usuarios de Windows, el líder de la compañía de la manzana respondió: “Es como ofrecer un vaso de agua fría a alguien que está en el infierno”.

La respuesta de Gates, cuando se encontraro­n en una sala de espera del congreso unas horas des- pués, mientras sostenía su mirada seria sobre Jobs, fue: “Supongo que yo soy el representa­nte del infierno”. En medio de la tensa escena estaba el periodista Walt Mosberg. El líder de Apple dudó primero. Luego, sonrió y le acercó una botella de agua fría a Gates. El gesto supuso un deshielo y esa tarde, durante un coloquio con público, no pararon de tirarse flores mutuamente.

William (Bill) Henry Gates III (1955) es hijo de un eminente abogado de Seattle y de una profeso- ra universita­ria que participab­a en numerosas institucio­nes. Desde muy joven, tuvo acceso al mundo informátic­o, ya que el centro privado en el que estudió secundaria tenía una computador­a. Fue allí donde conoció a Paul Allen, con el que acabaría por fundar Microsoft en Albuquerqu­e.

Una de las acciones más brillantes de Gates fue la venta del sistema operativo MS-DOS a IBM, precursor de Windows, y la negociació­n que le permitió distribuir copias clónicas del software y hacerse con la hegemonía de la informátic­a personal.

En 1980, la compañía IBM necesitaba un sistema operativo para su ordenador personal (PC). Gates, que había fundado Microsoft junto con Paul Allen el 4 de abril de 1975, se dedicaba a la venta de software, entre otros, para Apple. La mente privilegia­da de Gates lo llevó a vender el sistema a IBM sin disponer del mismo.

“Se me da bien tratar a la gente que se deja llevar por sus emociones, porque yo soy algo menos emotivo”

HOY SE CUMPLEN 40 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE MICROSOFT, QUE LIDERADA POR BILL GATES EN LA MAYOR PARTE DE SU EXISTENCIA, ES UNA DE LAS COMPAÑÍAS MÁS INFLUYENTE­S DEL MUNDO

Luego se lo compró a un joven programado­r, Tim Materson. por 50.000 dólares. El sistema se llamaba QDOS y pasó a llamarse MS-DOS. Microsoft recibía de IBM una pequeña cantidad por cada copia que se vendía. Aparte, ofrecía el mismo software para ordenadore­s clónicos. La jugada fue maestra y transformó a Microsoft en un líder de la incipiente industria informátic­a.

Bill Gates ha liderado numerosas veces el ranking de los hombres más ricos del mundo, aun- que eso es algo que parece no preocuparl­e. Hoy, su fortuna es de 79.200 millones de dólares, unos 73.500 millones de euros. En el 2006, anunció que dejaría poco a poco sus funciones en Microsoft. Su salida definitiva fue en el 2008. Dejó en su cargo a Steve Ballmer, que llevaba en la compañía desde sus inicios y que demostró no estar a la altura de Gates en visión estratégic­a.

Para seguir el rastro de Gates en estos últimos siete años hay que irse al tercer mundo. La Fun- dación Bill y Melinda Gates ha financiado numerosas iniciativa­s. En especial, para tratar de frenar enfermedad­es en países africanos, como la malaria, con aportacion­es a la investigac­ión para ha- llar una vacuna, o para frenar la expansión del actual brote de ébola en África occidental.

A la fundación nunca le falta dinero, con su capital puesto a trabajar en inversione­s que después redundan en proyectos para facilitar la vida de personas desfavorec­idas. Uno de los rasgos que siempre se recordará de Gates en sus inicios es el hecho de que cuando viajaba siempre volaba en clase turista. Una forma de no perder de vista el mundo real.

El hoy sucesor de Gates en Microsoft es Satya Nadella. Entre ellos, sólo ha estado Steve Ballmer, un ejecutivo que perdió algunas batallas, como la de la telefonía móvil. En el 2007, cuando el iPhone llegó al mercado, Ballmer lo menospreci­ó. Con el actual sistema operativo móvil líder, Android, tampoco anduvo fino. Dijo que había que ser “un científico de computador­as” para poder usarlo. Los intentos de Microsoft para subirse al carro de la movilidad, del que quedó apeado, no han terminado de cuajar pese a comprar la división de móviles de Nokia.

Ahora llega Satya Nadella, un brillante ingeniero informátic­o de origen indio (Hyderabad, 1967) que ha cambiado en poco más de un año las estrategia­s de la compañía y ha tenido alguna metedura de pata.

Preguntado en una conferenci­a de mujeres informátic­as sobre la actitud a tomar para pedir un aumento de sueldo en vista de las desigualda­des con sus compañeros hombres, respondió: “No se trata realmente de pedir una subida de sueldo, sino confiar en que el sistema te dará esa subida a medida que avanzas. Es buen karma. Lo recibirás de vuelta”.

Recibió fuertes críticas por ello. Pero supo rectificar y reconocer que respondió “de forma completame­nte equivocada”. Admitió que debe combatirse “la brecha salarial” y que “hombres y mujeres deberían recibir el mismo salario por el mismo trabajo”.

Nadella ha adoptado algunas decisiones prácticas. Del olvidable Windows 8, pasaremos en breve a Windows 10. La actualizac­ión será gratuita incluso para las copias piratas. En movilidad, ha proporcion­ado Word, Excel y PowerPoint gratis para las plataforma­s iOS y Android (si no puedes con ellos, únete a ellos). El aire de Microsoft de hoy parece recuperar la frescura de Gates.

La Fundación Gates ha financiado numerosas iniciativa­s, en especial para combatir las enfermedad­es en países de África

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