La arruga es bella
Claudi M. Cuchillo es el ganador del premio Borni de este año, un trofeo otorgado a la persona que más gazapos sea capaz de encontrar en una novela histórica.
La novela ( L’arqueòleg) sucede en 1910 y el autor (Martí Gironell) dice que uno de los personajes no tenía ni un solo plástico para ponerse a resguardo de la lluvia, cuando en esa fecha no se habían inventado los plásticos, como tampoco se conocía la técnica de respiración artificial, aplicada en otra escena de la obra. Los dos gazapos fueron descubiertos por Claudi M. Cuchillo, junto a otros cinco anacronismos o incoherencias más, y le valieron el premio Borni, concedido por un jurado del que formaban parte Enric Calpena, Carme Fenoll, Esther Lucea (ganadora de la primera edición del premio), Màrius Serra y Quim Torra.
El padre Ubach cae en una rada contra el lecho de piedras y arena, le practican la respiración artificial y sólo escupe una bocanada de agua, cuando el lector considera que “sus pulmones tendrían que contener agua, fango, y piedras” (cosa que haría más difícil su recuperación) y no sólo agua.
Un cuarto anacronismo: un Ford T descrito como “una vieja carraca comprada en una tienda de desechos”, cuando el auto se empezó a fabricar sólo dos años antes, en 1908. Si el autor se hubiera documentado sobre el Ford T, no habría colocado el depósito de gasolina bajo el asiento del coche (estaba sobre el motor), ni habría dicho que apretaba el acelerador, pues el acelerador no era un pedal, sino una palanca junto al volante. Tampoco habría escrito que, tras una avería, la rueda quedó torcida, porque los primeros Ford T tenían las ruedas de madera como las piezas de artillería y no incorporó ruedas metálicas con radios hasta 1926.
En la prensa y las editoriales norteamericanas existe la figura del verificador de informaciones, cuya extrema escrupulosidad a veces exaspera a los escri- tores, como el corrector que investigó en los catálogos de líneas marítimas de la época si era verdad que el barco que cogió Nabokov para dejar Europa y exiliarse a Estados Unidos era de color blanco o azul y blanco. “¡Si yo lo recuerdo blanco, lo describiré blanco!”, insistía enfurruñado el autor de Lolita. En otras ocasiones, la incoherencia quiebra el principio de verosimilitud necesario para que el lector se adentre en la ficción, por fantasiosa que sea. Como le pasó a Alberto Savinio en el momento en que leyó en una novela de Alberto Moravia que su protagonista encendía su segundo cigarrillo en la vigilada Biblioteca de Roma, más vigilada que un presidio de alta seguridad: “Pase que hubiera podido fumar uno, ¿pero dos? ¡imposible! Ya no pude seguir leyendo”.
Como se trataba de una vela- da marcada por el humor, el premio que recibió el ganador fue parte de la broma: una lupa, además de todos los volúmenes de la colección Barcelona 1700, editada por Born Centre Cultural, y un pase gratuito para todas las actividades organizadas por el centro durante el año 2015.
El galardón, según sus convocantes, se propone, con sentido del humor, “una vía de acceso al conocimiento de nuestro pasado a través de la literatura. Los
Claudi M. Cuchillo gana el premio Borni al descubrir siete gazapos en una obra de Martí Gironell El premio invita al lector a participar en la búsqueda del rigor en las novelas históricas
anacronismos detectados en obra narrativa histórica (original y traducida, en catalán y en castellano) conformarán un Observatori del Born CC, un archivo consultable que tiene la voluntad de fomentar el rigor histórico haciendo énfasis en la participación del lector como sujeto activo en la transmisión del conocimiento”,
En el acto de entrega se presentaron varios libros. Mariona, de Pilar Rahola (RBA), Cremeu Barcelona, de Guillem Martí (Columna), El brigadista, de Jordi Cantavella (Rosa dels Vents), Un home que se’n va, de Vicenç Villatoro (Proa), L’alè de les cendres, de Maite Salord (Arrela), L’àguila negra, de Joan Carreras (Proa), El gran inquisidor, de Miquel Fañanàs (Columna), La venjança dels almogàvers, de Ramon Gasch i Andreu González (Columna), Ese príncipe que fui, de Jordi Soler (Alfaguara), Una llarga adolescència, de Rosa Regàs (Ara Llibres), Els quaranta dies del Musa Dagh, de Franz Werfel (1984) y Alguns anys després, de Jorge Wagensberg (Ara Llibres).
¿Encontrará el cazador de gazapos alguna incoherencia o error en esta crónica? Apuesten cuántas.