Discreto seguimiento de la huelga general francesa antiausteridad
Trescientas mil personas marcharon ayer en más de sesenta ciudades de Francia, en una jornada de huelga general contra la austeridad no exenta de ambigüedades. La primera de ellas fue el seguimiento más que limitado de la propia huelga, que no afectó al transporte público –sí a los aeropuertos, por una huelga de controladores sin relación con la protesta–, sólo un poco al servicio de correos y a alrededor del 25% del sector de la enseñanza en el conjunto del país, alrededor del 50% en París, donde cerraron atracciones turísticas emblemáticas como el Museo del Louvre y la Torre Eiffel.
La segunda ambigüedad tiene que ver con el hecho, o más bien la pretensión oficial, de que en Francia no hay austeridad. Aunque, efectivamente, los recortes y regresiones son en Francia mucho menores que en el sur de Europa, el goteo de degradación y retroceso de los servicios públicos, el avance de la precarización y de las contrarreformas con nombre social (“securización del empleo”, “pacto de responsabilidad”, etcétera.) es muy percepti- ble desde hace años. Eso, unido a la escasa implantación de los sindicatos –excepto en el sector público– explica que los organizadores se dieran por satisfechos con el resultado.
Una manifestación de 120.000 personas en París, convocada por cuatro centrales sindicales –no todas– demostró la capacidad de organización de lo que queda del sindicalismo francés, fundamentalmente la CGT y el más pequeño sindicato FO, mayoritario entre los funcionarios.
Fue una protesta contra el Gobierno, que acaba de sufrir su cuarta derrota electoral en las departamentales de marzo, y fue muy significativo que el presidente François Hollande recibiera, precisamente ayer, al jefe de la gran patronal Medef, Pierre Gattaz, lo que ha sido visto como una afrenta por los sindicatos. La víspera de la protesta, el primer ministro, Manuel Valls, anunció nuevas ventajas fiscales por valor de 2.500 millones de euros en los próximos cinco años para las empresas que inviertan en nuevos equipos.
Hollande ignora por completo la fragmentación de la izquierda que le llevó al poder en 2012 que su política provoca, y se confía en que la bajada del euro y del petróleo acabe mejorando las cifras de paro, cinco millones, su condición para volverse a presentar a la presidencia en 2017.
La protesta de ayer coincidió con la huelga de Radio France, que ya dura 23 días y es la más larga desde 1968 en la radiodifusión. La protesta se dirige contra un plan que busca suprimir 300 de los 4.600 empleados. El plan fue presentado por el agresivo director de 38 años, Mathieu Gallet, un exconsejero de Nicolas Sarkozy, que no tuvo reparo en gastarse 100.000 euros en la renovación de su despacho y contratar a muy caros asesores de imagen mientras preparaba el plan.