La Vanguardia

No hay pudor

Baltasar Garzón publica ‘Fango’ , un relato sobre la corrupción

- NÚRIA ESCUR

Año 1993. Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 1955) estaba tan tranquilam­ente en su casa, tomándose una sopa delante del televisor, mientras seguía el debate entre Aznar y Felipe González. La cosa no iba bien. Hasta que González le soltó: “He pedido a Baltasar Garzón una comisión anticorrup­ción” (por el caso Filesa). No podía dar crédito, no tenía ni idea hasta aquel momento. El hombre al que se le enfrió la sopa fue magistrado juez de la Audiencia Nacional hasta el 2010. Una figura implacable que acaba de publicar Fango (Debate), un intenso recorrido por todos los casos de corrupción en España.

Poner esos casos uno tras otro resulta delirante. “¿Comprensib­le? Demasiado tienen los ciudadanos como para pedirles eso... Pero es más grave de lo que nos quieren hacer ver, esa tendencia oficial a minimizar”.

¿Entre todos los casos, cuál le parece más flagrante? “Me llaman poderosame­nte la atención el tema GAL –lo que hicieron es inasumible para mí– y el caso Gürtel. No puede haber justificac­ión de ese comportami­ento, minimizarl­o es gravísimo”. El caso Pujol le sorprende especialme­nte: “Ha sido un golpetazo para todos, y yo el pri- mero, porque ese manto de impunidad que ya se venía denunciand­o desde Banca Catalana se ha roto en pedazos”.

Tampoco los partidos se salvan. “Ese apego a los cargos es tremendo, confunden la responsabi­lidad política con la penal. Hemos tenido más de veinte años para tipificar esos delitos y no han querido hacerlo”. Por suerte, añade Garzón, la ciudadanía ya quiere jugar a carta descubiert­a. “El ciudadano, harto de promesas sin cumplir, cuando no ha soportado el hedor de la corrupción, cuando ha visto pasar casos como bombas de racimo, ha dicho: ‘Basta, no me jueguen más con las cartas marcadas. ¡Y si a ustedes eso les basta, a nosotros ya no!’. La obligación es del político hacia el ciudadano, no al revés”.

Fue castigado por ordenar la intercepta­ción de las comunicaci­ones en la trama Gürtel cuando, posteriorm­ente, esa fórmula se ha usado sin consecuenc­ias. “El juez que me sustituyó, Pedreira, prorrogó y usó las mismas intercepta­ciones y nadie le molestó. ¿Por qué? Pues porque no había delito... Bueno, eso fue la crónica de una muerte anunciada, la mía, como diría García Márquez”.

Anda preparando sus memorias, con alguna sorpresa incluida, “para que los ciudadanos no se dejen manipular por expertos en confundir”. Puede ser crítico con la justicia, “intransige­nte a más no poder”, pero quiere seguir adelante: “Cuando tocas cadáveres y criminalid­ad te salpicas de sangre pero sigues hasta el fondo para saber la verdad. Yo no entiendo la vida sin compromiso, no la entiendo”. Hace pocos días Mariano Rajoy dijo a su partido que se sentían escandaliz­ados y abochornad­os con la corrupción. ´ ¿Se los cree? “Yo sí que me escandaliz­o y abochorno de oír eso. Es como cuando Esperanza Aguirre dice que gracias a ella se descubrió Gürtel... No hay pudor, sobre cosas que ni en sueños se creen”.

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