¿Adónde vamos?
La llamada hoja de ruta se parece mucho a lanzarse al vacío y esperar que a la vista de los hechos consumados y contra todo pronóstico aparezca una red salvavidas –los países europeos– que nos recoja y salve. A mí nunca me han gustado los planes que confían en el azar providencial. Esta hoja de ruta parte del supuesto de que se va a obtener una mayoría de votos muy significativa para los partidos partidarios de la independencia y que esa mayoría otorga a esos partidos el mandato legal –no reconocido en ninguna ley– para llevar a cabo los puntos de la hoja de ruta.
Los puntos que cumplir en la hoja de ruta son sujeto de anticonstitucionalidad. Una declaración unilateral de independencia es inconstitucional y las negociaciones programadas sólo pueden existir en la imaginación de Junqueras y de Mas. Se lo ponen todo en bandeja a Rajoy. ¿Por qué tendría que negociar Rajoy algo que es ilegal? En otras palabras, en una negociación debe de haber algo que ofrecer y algo que obtener por ambas partes. No hay ningún país de Europa que haya expresado su apoyo a la independencia de Catalunya.
El 9-N fue un éxito de civismo y práctica de la democracia, una demostración del número de catalanes que desean la independencia, pero fue también un gran error político. Necesitamos una pausa, un cambio de estrategia y quizás también un cambio de estrategas. El camino por el que vamos no lleva a ninguna parte como no sea al fracaso más estrepitoso. RAMÓN SÁNCHEZ MORILLO Nueva Jersey (EE.UU.)