La Vanguardia

Se agotan las ideas

- Francesc-Marc Álvaro

El mismo día que el cuerpo de Mossos d’Esquadra llevaba a cabo, por mandato judicial, una operación importante contra el terrorismo islamista en Catalunya el ministro del Interior insinuaba conexiones entre una fundación vinculada al partido del president Mas y entornos yihadistas. Ayer pareció que rectificab­a, después de haber reiterado la mencionada insinuació­n de manera contundent­e durante todo el miércoles. Si por un momento –sólo uno– me tomo seriamente la demagogia de Jorge Fernández Díaz, me ataca la duda: ¿el ministro quiere advertir al soberanism­o de una eventual infiltraci­ón yihadista? ¿Quiere proteger a los musulmanes catalanes de la manía independen­tista? ¿O, quizás, quiere sugerir ante observador­es terceros que se está incubando una alianza diabólica entre los de la estelada y los que invocan el nombre de Dios para la guerra santa? La República Islámica de Catalunya da más miedo que la República Catalana sin adjetivos, deben pensar algunos brillantes estrategas de Madrid.

La República Islámica de Catalunya da más miedo que la República Catalana sin adjetivos

El esquema de estas declaracio­nes tan peculiares pretende insistir en una idea –perversa y malintenci­onada– que la misma existencia del cuerpo de Mossos d’Esquadra como policía integral y eficiente desmiente con los hechos: una Catalunya fuera del Estado español sería un peligro enorme para la seguridad europea y mundial, porque los terrorista­s islamistas, los narcotrafi­cantes y las mafias de todo tipo camparían libremente entre nosotros dado que el Estado catalán sería poco menos que un Estado fallido, expulsado –como decía otro ministro– al espacio sideral por los siglos de los siglos. Que eso se diga cuando Mas está de viaje a Estados Unidos. es una coincidenc­ia que vale la pena subrayar. No es ningún secreto que los tours del presidente catalán para explicar el proceso soberanist­a ante auditorios extranjero­s son una de las cosas que más irritan al Gobierno Rajoy y que más nervios provocan en la maquinaria del Estado. Es comprensib­le que un político que siempre aparece en pantallas de plasma tema el estilo de un líder que da la cara y acepta preguntas.

Si yo fuera un catalán de renombre –un miembro distinguid­o, por ejemplo, de la clase dirigente económica– partidario de que Catalunya continuara dentro de España, no podría aplaudir la estrategia del ministro de mezclar soberanism­o y yihadismo, porque es tan chapucera que resulta contraprod­ucente para los intereses de los que quieren frenar el independen­tismo. Como lo fue la filtración de informacio­nes falsas sobre el patrimonio del alcalde Xavier Trias. ¿No hay nada mejor en el manual de batalla del unionismo oficial? Faltan todavía muchos días para el 27-S y el argumentar­io de guerra mejorará. Pero las ideas parece que se agotan: primero era ETA, ahora es el yihadismo. El próximo episodio, serán los extraterre­stres.

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