Todo por hacer
Desconozco si algún eximio estratega político de algún viejo partido maneja ya esta encuesta pero, si no, ya tarda. Resumiendo: la política, por fin, interesa a los jóvenes. Los españoles que ahora tienen entre 18 y 25 años están hartos de parecer invisibles. Dicen tener opinión y que, por tanto, esta merece ser escuchada. Proactivos, muy críticos y solidarios, identifican lo convencional con un establishment que les regatea el cariño, que incluso les engaña. Se sienten indignados con la res pública, con la corrupción. Por eso les seduce la idea de que haya nuevas formaciones políticas, con caras nuevas y rostros jóvenes. Para ellos la atención a sus circunstancias gira sobre dos ejes: educación y ocupación. Así de simple. Será interesante comprobar si esta tendencia a involucrarse se traduce o no en votos.
Su mundo no tiene nada que ver con el de sus inmediatos predecesores, los que ahora rondan los cuarenta y pocos. Aquéllos, hijos del baby boom, se casaron con título académico, piso pagado (o casi) y monovolumen: no todos, cierto, pero era el modelo. Hasta que llegó la crisis –y la excusa de la crisis– y arrasó con todo, dejando a los protagonistas de este artículo sin opciones. De un plumazo. Al mullido colchón del bienestar se le han salido algunos muelles y los españoles con una recién estrenada mayoría de edad ya no están tan cómodos. Saben que vivirán peor que sus padres, aunque asumirlo no implica resignarse. Lejos de pensar que todo es una mierda, con perdón, creen que pueden cambiar el estado de las cosas porque, en el fondo, todo está por hacer.