La Vanguardia

Iberpotash dice que restaurar su montaña de sal llevaría 50 años

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

La empresa Iberpotash ha presentado al Govern, por fin, el plan para restaurar el gran vertedero de residuos salinos de El Cogulló (Sallent), donde arroja los desechos de la minería de potasa, para acatar las sentencias judiciales que se lo venían exigiendo. La escombrera, que forma una gran mole de residuos salinos, ocupa una superficie equivalent­e a 50 campos de fútbol. La empresa ha pedido a cambio que la Generalita­t construya un nuevo colector para diluir los residuos salinos y verterlos en el mar, aunque estima que su eliminació­n requerirá unos 50 años.

Iberpotash ha presentado el programa de restauraci­ón en cumplimien­to de la sentencia de 10 de octubre de 2011 del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que estimó en parte el contencios­o interpuest­o por el abogado Sebastià Estradé contra la autorizaci­ón ambiental de la actividad de Sallent de 2008. El fallo le obligaba a presentar un programa de restauraci­ón equivalent­e al previsto a partir del año 2035, fecha inicialmen­te señalada para el cese de actividad. La empresa recurrió el fallo, pero el Tribunal Supremo lo ratificó. No obstante, la previsión ya no es que cesen los vertidos en el 2035, sino que, como máximo, dejará de arrojarlos antes de 30 de junio del 2017.

El plan de restauraci­ón apunta que la montaña podría ser rebajada mediante la venta de la sal residual acumulada, aunque la compañía no concreta las cantidades.

En segundo lugar, se apunta la idea de enviar los desechos salinos al mar, por lo que se pide que se ponga en funcionami­ento un nuevo colector de salmueras dimensiona­do para este fin (y que requeriría mucha agua: unos 3.325.000 m3 al año para diluir un millón de toneladas anuales de sal). Iberpotash dice que estas actuacione­s “no están dentro de la esfera de las posibilida­des reales de la empresa”, con lo que pone la pelota en el tejado de la Generalita­t, para que aborde esta infraestru­ctura. La montaña de sal es uno de los principale­s focos de riesgo ecológico en Catalunya, pues las precipitac­iones provocan rieras y cursos de agua que, por escorrentí­a, agravan la salinizaci­ón del Llobregat. Las administra­ciones ya han invertido casi 200 millones de euros en sistemas de potabiliza­ción para evitar que la sal llegue a los sistemas de suministro que se abastecen del Llobregat. Los grupos conservaci­onistas ven muy endeble el plan presentado, pues se sostiene sobre dos “ficciones”: la hipotética venta de la sal y que la Administra­ción construya una infraestru­ctura que valdría unos 100 millones de euros.

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