Iberpotash dice que restaurar su montaña de sal llevaría 50 años
La empresa Iberpotash ha presentado al Govern, por fin, el plan para restaurar el gran vertedero de residuos salinos de El Cogulló (Sallent), donde arroja los desechos de la minería de potasa, para acatar las sentencias judiciales que se lo venían exigiendo. La escombrera, que forma una gran mole de residuos salinos, ocupa una superficie equivalente a 50 campos de fútbol. La empresa ha pedido a cambio que la Generalitat construya un nuevo colector para diluir los residuos salinos y verterlos en el mar, aunque estima que su eliminación requerirá unos 50 años.
Iberpotash ha presentado el programa de restauración en cumplimiento de la sentencia de 10 de octubre de 2011 del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que estimó en parte el contencioso interpuesto por el abogado Sebastià Estradé contra la autorización ambiental de la actividad de Sallent de 2008. El fallo le obligaba a presentar un programa de restauración equivalente al previsto a partir del año 2035, fecha inicialmente señalada para el cese de actividad. La empresa recurrió el fallo, pero el Tribunal Supremo lo ratificó. No obstante, la previsión ya no es que cesen los vertidos en el 2035, sino que, como máximo, dejará de arrojarlos antes de 30 de junio del 2017.
El plan de restauración apunta que la montaña podría ser rebajada mediante la venta de la sal residual acumulada, aunque la compañía no concreta las cantidades.
En segundo lugar, se apunta la idea de enviar los desechos salinos al mar, por lo que se pide que se ponga en funcionamiento un nuevo colector de salmueras dimensionado para este fin (y que requeriría mucha agua: unos 3.325.000 m3 al año para diluir un millón de toneladas anuales de sal). Iberpotash dice que estas actuaciones “no están dentro de la esfera de las posibilidades reales de la empresa”, con lo que pone la pelota en el tejado de la Generalitat, para que aborde esta infraestructura. La montaña de sal es uno de los principales focos de riesgo ecológico en Catalunya, pues las precipitaciones provocan rieras y cursos de agua que, por escorrentía, agravan la salinización del Llobregat. Las administraciones ya han invertido casi 200 millones de euros en sistemas de potabilización para evitar que la sal llegue a los sistemas de suministro que se abastecen del Llobregat. Los grupos conservacionistas ven muy endeble el plan presentado, pues se sostiene sobre dos “ficciones”: la hipotética venta de la sal y que la Administración construya una infraestructura que valdría unos 100 millones de euros.