Turbulencias en la ‘casa blanca’
Recuerdo, como si fuera ahora, la figura de Luis Figo abalanzándose sobre el micro en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona para gritar “¡Madrid se quema, se quema Madrid!” y, ya lanzado, rematando la alocución con un “¡Blancos, llorones, felicitad a los campeones!”. Todo ello en plena euforia por la celebración de un título del Barça, para regocijo de la masa blaugrana congregada en la plaza Sant Jaume, cita obligada antaño para festejar los éxitos barcelonistas. Figo, grande como futbolista y turbio como personaje, fichó poco después de aquello por el Real Madrid, en un cambio de chaqueta traumático para el barcelonismo, que lo consideró una traición. El futbolista portugués aspira ahora a suceder a Joseph Blatter en la presidencia de la FIFA y sospecho que su elección sería un triunfo del intermediario Jorge Mendes, el verdadero poder en la sombra mientras que Figo sería su hombre de paja.
Pero al grano. La cosa es si la proclama “¡Madrid se quema!”, aplicada al club del Santiago Bernabeu, tendría vigencia en la actualidad a la vista de las convulsiones que vive la casa blanca, donde algo huele a chamusquina. Y eso que el equipo todavía no se ha medido en la Liga de Campeones con su némesis, el Atlético de Madrid.
Tan apacible a la vuelta de las Navidades, el ambiente madridista rezuma conflictos por todos los costados. Uno de los iconos del club, Iker Casillas, ha dejado de ser intocable, es un elemento de fractura entre la afición, de polémica entre periodistas y una piedra en el zapato de su entrenador. Otro de los futbolistas emblemáticos del equipo, Sergio Ramos, escucha ofertas de otros clubs –incluido el Bayern de Pep Guardiola, se di-
A Carlo Ancelotti ya se le discuten la táctica y las alineaciones del Real Madrid
ce– y mantiene en vilo a la hinchada sobre su renovación por el Madrid. Carvajal, uno de los orgullos de la cantera blanca, ya sabe que su destino es el banquillo tras el carísimo fichaje del brasileño Danilo.
¿Y Ancelotti? Cuando gana, el madridismo presume del currículum de su entrenador, pero si su equipo se mantiene por detrás del Barça de Luis Enrique, exjugador madridista, el técnico italiano pasa a ser Carletto, un apodo tan simpático como falto de respeto. A Ancelotti ya se le discute hasta la mejor carta de presentación de su equipo, la BBC (Benzema, Bale, Cristiano), y muchos analistas quisieran resintonizar el equipo y hasta cambiar de frecuencia, variando del 4-3-3 con que el equipo ganó la Copa de Europa a un 4-4-2, más práctico pero que dejaría fuera del equipo a uno de los tres tenores de la delantera.
La irrupción del joven Isco, que en poco tiempo se ha convertido en un ídolo cuyo nombre corea la afición, no ha hecho sino complicar las cosas al entrenador, que ahora debe apostar entre el artificioso juego del malagueño, que parece necesitar el balón para él solo y frena las transiciones verticales del equipo, o por el colombiano James Rodríguez, rápido de piernas y de mente, futbolista moderno que juega a uno o dos toques, ha entendido perfectamente que en el Madrid la figura es Cristiano Ronaldo y sintoniza perfectamente con la BBC. Que también es la emisora predilecta de Florentino Pérez, a quien no le gustan las interferencias.