Sin control de los mercados
Esta semana, el Tesoro Público ha emitido deuda a 6 meses a tipos de interés negativos. Es decir, el Tesoro cobra para que le presten dinero, en concreto un -0,002%. Esta incursión de las rentabilidades de la deuda pública en terreno ignoto es la continuación de su caída los últimos meses, que han situado el coste de las nuevas emisiones a 10 años en un insólitamente reducido 1,2%. La contracción desde los elevados valores de verano del 2012 refleja sólo parcialmente la mejora de la economía española; el grueso de la responsabilidad de esta reducción hay que atribuirlo a la agresiva política de expansión monetaria del BCE, y sus corolarios en forma de caídas del precio del dinero y del euro. La reducción del Euribor a niveles jamás contemplados, en el 0,2%, es una manifestación más de sus resultados. Como lo son también las fuertes alzas bursátiles: en el primer trimestre de 2015, el Ibex acumula un alza del 12%, un muy notable aumento aunque inferior al del Dax de Frankfurt (22%), el CAC-40 de París (cerca del 19%) o el MIB de Milán (22%). Euforia, pues, en los mercados de acciones, que anticipan que la continuidad de la política del BCE va a dar nuevos impulsos a la bolsa, en la que se esperan importantes emisiones los próximos meses.
No es evidente que la represión financiera que practica el BCE sea lo que nos convenga. En todo caso, como todo en la vida, hay ya perdedores y ganadores. Los primeros, los ahorradores tradicionales, que ven esquilmados los intereses que esperaban obtener de sus depósitos o de sus inversiones en deuda privada o pública; los segundos, los inversores más arriesgados, que, al menos hasta la fecha, han obtenido pingües beneficios.
De entre las consecuencias de esta política, quizás la más relevante sea la menos evidente: los denostados mercados
Los mercados financieros se han retirado a los cuarteles de invierno y nos hemos quedado huérfanos de referencias
financieros se han retirado a sus cuarteles de invierno. Y con su marcha, estamos huérfanos de señales, incompletas ciertamente, del peligro que pueden generar distintos activos, financieros o reales. De hecho, la caída en la percepción del riesgo que la inyección de liquidez del BCE comporta se asemeja mucho, en demasía para mi tranquilidad, a la situación previa a la crisis de 2007/08. Entonces, la muy baja valoración de los problemas de los activos más arriesgados cegó a todos, incluidas las compañías de rating. Hoy, la caída de las primas de riesgo ha situado la de España frente a Alemania en los 100 puntos básicos, y en los -71 puntos en relación con el 1,9% que paga el Tesoro de EE.UU. Es decir, se exige menor rentabilidad a la deuda pública española que a la de Estados Unidos. Un tanto paradójico, ¿no creen?
Aunque bien está lo que bien acaba, no es evidente que este proceso termine bien para todos. En lo tocante a la euforia actual, no olviden sus últimas razones, que se han de modificar inevitablemente en un futuro no muy lejano. No sea que, entonces, las risas se truequen en llanto.