Empatía o criminalización
La palabra de moda en los medios de comunicación catalanes es empatía. Conscientes de los peligros de explicar la atrocidad cometida en el institut Joan Fuster, muchos programas intentan evitar el sensacionalismo especulativo (estilo Nacho Abad en Espejo público o, en El programa de Ana Rosa, incluyendo en el mismo sumario la muerte del profesor y el caso del llamado descuartizador de Majadahonda). Uno de los atajos para no pringarse pasa por la digresión deontológica, que obliga a repetir el concepto empatía. Por suerte, también queda espacio para la información, que, en principio, no pretende ser ni empática ni criminalizadora. En TV3, Fina Brunet se sumó a la caravana de periodistas enviados al instituto. Con buen criterio, tuvo que hacer callar a los espontáneos que insistían en contarle versiones no contrastadas sólo para salir por la tele. Fue un día difícil para el periodismo: para cumplir los protocolos de protección de menores, los informativos incluyeron entrevistas contrahechas. La intención era buena pero la imagen no: unas piernas enfundadas en tejanos y unas zapatillas contando detalles de la tragedia. Del mismo modo que la tele no ha resuelto la credibilidad de los testimonios de silueta anónima oscurecida, un menor filmado de cintura para abajo tampoco ayuda a entender los hechos. (En estos días tan propensos a generalizar sobre qué piensa o qué hace la gente, conviene recuperar a Joan Fuster: “Como sólo podemos hablar de la gente cuando hemos dejado de ser gente, a veces nos hacemos la ilusión de que permanecemos al margen, constitutivamente al margen. Pero sólo es un espejismo. No hay duda de que la gente son los otros –y cada uno de nosotros”.)
CASTA TELEVISIVA. El exconcursante de la mejor edición de Gran Hermano, Carlos el Yoyas Navarro, se presenta como candidato a alcalde de Vilanova del Camí. La noticia provoca poca empatía y es tratada con suficiencia,
como si debiéramos considerarla una extravagancia friki de la actualidad. Sin embargo, ¿existe alguna diferencia entre Pablo Iglesias, tertuliano robotizado por la lógica de las audiencias, y Carlos Navarro, cómplice de momentos televisivos tan memorables como los de Gran Hermano o un paseo en coche en compañía de Jordi Évole?
LISTAS NEGRAS. Previa de Sant Jordi. Los autores desfilan por los platós buscando el escaparate ideal de cara al día de hoy. Ayer Els matins de TV3 entrevistó a la periodista Anna Grau, autora de ¿Los españoles son de Marte y los catalanes de Venus? Por lo que contó, su método sigue unos principios de empatía pintorescos. La autora ha incluido una lista de todos los que no han querido participar en su libro. Ayer los trató como si fueran los defraudadores de la falsa amnistía fiscal. La fórmula es curiosa: quiero escribir un libro sobre un tema determinado y necesito hablar con personas informadas o aludidas, pero si alguien no responde o declina la invitación, lo convierto en carne de escarnio. Sin querer ser ni de Marte ni de Venus, pregunto: si hoy os llama Anna Grau, ¿empatizáis (o no) con ella?
¿Hay alguna diferencia entre Carlos ‘el Yoyas’ Navarro, exconcursante de ‘Gran Hermano’, y Pablo Iglesias?