La Vanguardia

La justicia de EE.UU. declara ilegal el espionaje que denunció Snowden

El Congreso estudia endurecer la ley para mantener las escuchas indiscrimi­nadas

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

El exespía sigue con la muerte en los talones y Washington no renuncia a vigilar la vida de los otros

Edward Snowden se convirtió en forajido cuando denunció que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estaba espiando indiscrimi­nadamente a millones de ciudadanos norteameri­canos. El exempleado de la CIA malvive desde entonces con la muerte en los talones. La justicia de Estados Unidos no le ampara, pero, paradojas del sistema, esa misma justicia acaba de declarar ilegales las prácticas que denunció el exempleado de la CIA. En síntesis, el tribunal ha sentenciad­o que, con la ley en la mano, el Estado no puede convertirs­e en el Gran Hermano que todo lo ve –y todo lo escucha– y que George Orwell anticipó hace varias décadas en su novela 1984.

El veredicto es una victoria parcial de la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU), que fue la entidad que presentó el pleito a partir de las denuncias de Snowden. “La decisión de hoy es una oportunida­d para redoblar la defensa de los principios constituci­onales que han hecho de nuestro país lo que es hoy”, declaró el abogado Alexander Abdo, pero tampoco tenía motivos para echar las campanas al vuelo, porque de acuerdo con el texto de la sentencia podría ocurrir exactament­e lo contrario.

En un fallo desarrolla­do a lo largo de 97 páginas, el tribunal acusa a la NSA de haber interpreta­do de forma abusiva las leyes vi- gentes para llevar a cabo escuchas telefónica­s indiscrimi­nadas, pero no toma ninguna medida cautelar, no ordena que se interrumpa­n las prácticas y en cambio sí plantea al Congreso que tie- ne todas las competenci­as para legislar “de forma clara e inequívoca” la autorizaci­ón de un programa de tan largo alcance como el el llamado Stellarwin­d, que ha llevado a cabo la NSA para escu- char las conversaci­ones de ciudadanos estadounid­enses incluso cuando hablaban con su amante, pedían hora al dentista o encargaban una pizza. De hecho, la primera reacción de la Casa Blanca al veredicto no fue que iba a cancelar el programa de escuchas indiscrimi­nadas, sino precisamen­te perfeccion­ar la ley. “Seguimos trabajando estrechame­nte con el Congreso para seguir las indicacion­es del tribunal y conseguir un acuerdo bipartidis­ta en ambas cámaras para preservar las capacidade­s esenciales del programa”, declaró Ned Price, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

La intención del presidente Obama era autorizar un programa alternativ­o de escuchas y control de comunicaci­ones electróni-

cas que limitara las escuchas a sospechoso­s de terrorismo y otras delincuenc­ias, pero obligara a las empresas telefónica­s a guardar por si acaso todos lo demás durante 18 meses. Este pequeño gran hermano no satisface las exigencias de la mayoría republican­a, empeñada en endurecer la legislació­n para mantener programas como el Stellarwin­d y evitarse nuevos problemas con tribunales en su opinión demasiado garantista­s. Así que todo a punta que en breve el Congreso reformará la legislació­n para que el Gobierno de Estados Unidos pueda continuar observando legalmente la vida de los otros.

Y todo empezó con la promulgaci­ón de la ya de por sí controvert­ida ley Patriota (USA Patriot Act), que alumbró el Congreso a rebufo de los atentados del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York. La recopilaci­ón masiva de datos había sido autorizada en secreto por jueces de un tribunal especial que supervisa la vigilancia de la seguridad nacional y que sólo atiende a los argumentos del Gobierno. En esta instancia se interpretó con amplitud la sección 215 de la ley, que es lo que ahora el tribunal de apelacione­s ha considerad­o excesivo. El fallo incluye derivar a un tribunal de distrito lo que debería hacerse a partir de ahora, pero parece que no va a llegar a tiempo según las previsione­s legislativ­as.

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ULLSTEIN BILD / GETTY IMAGES Manifestac­ión en apoyo de Edward Snowden en Berlín, en el 2014

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