Bachelet da otra sacudida y echa a todo el Gobierno
El 56% de los chilenos desaprueba la gestión de la presidenta
Michelle Bachelet no se rinde. Ante los rumores de una inédita dimisión que circularon hace unas semanas, la presidenta chilena está decidida a demostrar quién manda y que puede reconducir la crisis de confianza que vive el país tras descubrirse una cadena de escándalos de corrupción. Si la semana pasada Bachelet anunció la elaboración de una nueva Constitución, ahora ha despedido a todos sus ministros para formar un nuevo Gobierno. Mientras tanto, su aprobación ciudadana cae a mínimos históricos.
El sorprendente anuncio de Bachelet –realizado el miércoles, madrugada de ayer en España, durante una entrevista televisiva– tiene mucho de escenificación en un país acostumbrado a valorar positivamente las actitudes personalistas de sus presidentes. “Hace algunas horas le pedí la renuncia a todos los ministros y me voy a dar 72 horas para to- mar la decisión de quiénes se quedan y quiénes se van”, afirmó Bachelet en tono inflexible. “No lo hice antes porque estamos pasando desde hace dos meses situaciones superduras”, agregó.
La presidenta se refería a la crisis de confianza en el sistema generada por varios casos de corrupción y financiación ilegal que afecta a políticos de todos los colores, y a la propia Bachelet, pues su hijo y su nuera están siendo investigados por tráfico de influencias tras beneficiarse de un pelotazo inmobiliario.
Para la mayoría de chilenos el presidencialismo equivale a tomar el toro por los cuernos y eso es lo que pretende demostrar la mandataria, que cuando anunció su drástico cambio de Gobierno probablemente ya conocía los negativos datos de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), difundida ayer. Según este fiable sondeo, Bachelet pierde a pasos agigantados la credibilidad reformista con que asumió su segunda presidencia el año pa- sado. El 56% de los chilenos desaprueba su gestión, el indicador más bajo de sus dos mandatos y casi de toda la democracia, sólo superado por el conservador Sebastián Piñera, que en el 2011 llegó al 62% de impopularidad.
Mientras transcurren las 72 horas de plazo autoimpuestas por Bachelet para conocer el calado de su reforma de gabinete, se da por sentado que uno de los afectados será su mano derecha, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, afectado también por su- puestos cobros de facturas falsas. En Chile, el titular de Interior es una suerte de primer ministro y ejerce de vicepresidente cuando el mandatario sale del país.
La caída en desgracia de Peñailillo es otro duro golpe para la imagen de la socialista Bachelet, pues desde hace años es su colaborador de mayor confianza y dique de contención ante las presiones de los barones de la Nueva Mayoría, la coalición progresista que la apoya, que siempre exigen más poder en el Gobierno.