El deleite de la Corte
El aspirante socialista a alcalde de Madrid proyecta batallas navales en el Retiro
Además de mil otras cosas –como piloto de aviación, oficial en la reserva, forofo colchonero, doctor en Economía o aguerrido tertuliano curtido en todos los platós de televisión–, el candidato socialista a la alcaldía de Madrid, el castizo Antonio Miguel Carmona, es un apasionado de la historia. Sobre todo, de la de Madrid, cuyos libros devora desde hace 30 años “con la pasión del aficionado y la virtud del coleccionista”. Así que si su compañero Ángel Gabilondo cita a Hegel y Kant en los mítines, Carmona puede ilustrar sus intervenciones con reseñas de madrileños ilustres, como Ruy González de Clavijo, que fue embajador de Enrique III El Doliente en la Corte del rey Tamerlán.
No es por todo ello extraño que Carmona (Madrid, 1963) haya lanzado una de las propuestas sin duda más insólitas de esta campaña electoral. Pero él lo tiene clarísimo: “¡Va a ser espectacular! ¡Va a ser una referencia mundial! ¡La naumaquia de Madrid se va a conocer en todo el mundo!”. ¿La nauqué? La propuesta del alcaldable socialista es recuperar, dentro de la oferta con la que pretende situar a Madrid como “capital cultural de Europa”, las antiguas representaciones de batallas y gestas navales que deleitaban a la Corte y sus visitantes en tiempos de Felipe IV, llamadas naumaquias.
Y es que Carmona quiere inundar Madrid de cultura, no sólo sus calles, plazas y espacios escénicos, sino también sus aguas. Porque la capital no tendrá playa –vaya, vaya–, pero sí lagos y estanques. Así que el candidato ya ha fijado su objetivo, sobre todo, en el lago de la Casa de Campo, pero también en el céntrico estanque del parque del Buen Retiro, “dos excepcionales espacios escénicos naturales para el montaje de espectáculos culturales y musicales como las antiguas naumaquias”. Aunque, eso sí, advierte, “respetando absolutamente los valores medioambientales e históricos de estas dos láminas de agua”.
La historia de las naumaquias viene de lejos. Estos espectáculos teatrales ya se representaban en el antiguo imperio romano, y narraban batallas navales o acontecimientos mitológicos, extrayendo todas las posibilidades de los entornos naturales o artificiales en los que se representaban. No en vano, el poeta latino Marcial ya calificó a las naumaquias como “el espectáculo escénico más grandioso de la antigüedad”, según recuerda el proyecto de Carmona.
En España, las naumaquias fueron uno de los espectáculos preferidos de Felipe IV, que hizo representar diferentes festejos de este tipo en el estanque del Retiro, “para disfrute de la Corte y agasajo de visitantes y embajadas ilustres”. La última naumaquia celebrada en España fue en Valencia, en 1755, en conmemoración del centenario de la canonización de San Vicente Ferrer. La próxima será... si Carmona logra el cetro de alcalde.