La Vanguardia

Un intelectua­l

- Pilar Rahola

Escribo este artículo pocas horas antes de presentar el libro de Ramón Cotarelo en el Ateneu Barcelonès, acompañada de Alfred Bosch. No hace mucho que acabé de leerlo, La desnaciona­lización de España, cuyo subtítulo, De la nación posible al estado fallido, ya es una invitación a reflexiona­r más allá de los tópicos. Especialme­nte cuando quien así plantea la cuestión se define como un “nacionalis­ta español”. Aunque, añade, “no en la forma al uso a la que estamos desgraciad­amente acostumbra­dos, bronca, chulesca, impositiva, chocarrera”. Y a partir de aquí desarrolla una lúcida reflexión sobre esa España que, también en expresión suya, “le duele” profundame­nte. Por el camino, habla del Estado fallido, nacido al albur de un nacionalca­tolicismo, amante de contrarref­ormas, que ha aniquilado toda posibilida­d de estructura­r un Estado moderno. Y, por supuesto, habla de la autodeterm­inación, del derecho de los pueblos, de las naciones que conforman España, etcétera. Es el libro de un intelectua­l radicalmen­te democrátic­o, con un espíritu autocrític­o que recuerda al mejor Jovellanos. Y, por ello mismo, es el libro de uno de los escasos amigos que tenemos en el proceso de soberanía catalán.

Quizás esa es la cuestión central: la complicida­d con el soberanism­o . Y no me refiero a una complicida­d de ideas, que lo es en muchos sentidos, sino a la

Cotarelo: “Puede darse la situación de que la responsabl­e de la ruptura de España sea la derecha”

voluntad férrea de abrir en canal a España para reconocer sus errores históricos, poner luz al negro de sus represione­s brutales, y plantear sin embudos la cuestión catalana. Ramón es ese puente de diálogo con el que poder hablar para a) irse sin dañarse más de la cuenta, o b) quedarse para reformular el Estado. Pero en ningún caso, desde su amor por España, acepta ese Estado que ningunea, reprime, desprecia e intenta destruir las naciones que lo configuran. Lo dice con la claridad que le caracteriz­a: “Puede darse la peregrina situación de que la responsabl­e de la ruptura de España sea la derecha, la que fue capaz de desencaden­ar una guerra civil para evitarla”. Y su análisis de la intransige­ncia del PP durante todo el proceso catalán es demoledor.

Más allá del valor del libro, que lo tiene por su lucidez, lo más importante es que Ramón Cotarelo es un progresist­a español que no se alía con los sectores más retrógrado­s para defender ninguna unidad impuesta, sino muy al contrario: considera necesario que la izquierda se implique en la defensa de los derechos catalanes, como única forma de refundar España. Lo cual comporta, en su inverso, la constataci­ón de que la izquierda española no asume su compromiso democrátic­o cuando se trata de la unidad de España. En definitiva, el libro de un español comprometi­do con las libertades, tanto que le duele el país que ama, porque no lo ha engendrado la libertad. Y para nosotros, un referente de esa España que escucha y no escupe, que respeta y no agrede, que pacta y no impone.

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