Aburrimiento elegante
Così fan tutte
Autores: W. A. Mozart sobre libreto original de Lorenzo Da Ponte Intérpretes: Juliane Banse, Maite Beaumont, Joel Prieto, Joan Martín-Royo, Sabina Puértolas, Pietro Spagnoli. Orquestra i Cor del Liceu Dirección: Josep Pons Director de escena: Damiano Michieletto Lugar y fecha: Liceu (20/V/2015) Los buenos conocedores de l ‘obra de Mozart saben que esta ópera es la más extraordinaria creación del tándem Mozart-Da Ponte, pero también saben que no es nada fácil captar el espíritu con que hay que enfrentarse a esta comedia eroticosi-métrica, último gran fruto del Rococó musical que Mozart cocinó con ingredientes que requieren un equilibrio delicado. Seis personajes que más que exhibir arias (aunque hay algunas magistrales), lo que tienen que saber es combinar voces en números de conjunto que van del dúo al sexteto, servidos por una orquestación de un refinamiento fascinante. Por eso, aunque el Liceu ha puesto ganas en este terminal de temporada, adoptar la producción frívola y bastante primaria de La Fenice dirigida por Michieletto no puede considerarse un acierto.
¡Querer situar una obra así en un hotel (de 5 estrellas! ¡va!) y trasladar las actitudes y los ambientes a nuestro siglo XXI es un disparate, porque la ópera tiene un componente importante: el texto, que está demasiado a menudo en contradicción con lo que vemos en escena, desde la giardinetto hasta la barca, pasando por docenas de contradicciones (se ha evitado una, suprimiendo la escena de los uniformes de Ferrando y Guglielmo). Pero sobre todo la falta del espíritu mozartiano, en los movimientos y las actitudes de los personajes, desde el lascivísimo Don Alfonso hasta incongruencias como la de que las dos mujeres se estremezcan ante la petición de un beso cuando han estado dando por todas partes, y que la conversión en albaneses de los novios consista en ir de modernos con camisas de colorines, todo resulta de una escasa entidad. Se dirá que Così ya tiene un argumento absurdo, pero no hay que empeorarlo con actitudes que están lejos del espíritu de la obra original. El resultado fue positiva- mente aburrido en muchos momentos (sólo los “envenenamientos” arrancaron alguna sonrisa).
El equipo vocal de la obra tuvo al frente la soprano Juliane Banse, que no resolvió muy bien sus compromisos, con una voz áspera y tendente al grito, que se mostró tensa en el “Come scoglio” y se rescató parcialmente en el aria del segundo acto. Muy bien en cambio la Dorabella de Maite Beaumont, quizás la mejor del conjunto, tanto vocal como escénicamente. En los papeles de amantes, el tenor Joel Prieto lució una voz de color agradable pero con tendencia a entrar fuera de tiempo, mal coordinado con el Guglielmo de Joan Martín-Royo, que se destacó especialmente en sus arias. Muy bien la Despina de Sabina Puértolas, aunque exagerada a veces, pero vocalmente muy satisfactoria. El Don Alfonso de Pietro Spagnoli estuvo también muy bien cantado, pero la producción le da un carácter antipático y sin chispa. Ah, y la concordia final se pierde con el panorama desolador que presentan los personajes, medio caídos por el suelo y derrotados moralmente. El público censuró agriamente la tarea de Josep Pons, que a pesar de no estar muy cómodo con la complicada partitura, sacó la obra adelante mejor cada vez. Con todo, al acabar la obra fue aplaudido; el equipo de la producción no mucho. El coro estuvo muy eficaz.