Alemania y Francia piden otras cuotas de refugiados
La oposición a la propuesta de la Comisión une a París y Berlín
Francia y Alemania acercan sus posiciones en materia de refugiados, con miras a una cuenta más justa del número de peticionarios que cada uno de ellos puede asumir, dicen. En la balanza, esos 40.000 eritreos y sirios que la Comisión quiere absorber en los próximos dos años, la mayor parte de ellos en Francia y Alemania.
París y Berlín coinciden en que son demasiados. Los ministros del Interior de ambos países declararon ayer que el procedimiento “debería tomar más en cuenta los esfuerzos ya realizados por los países miembros”. También ponen en común críticas a Italia y Grecia, países receptores de las oleadas mediterráneas que no se preocupan de identificar ni registrar las peticiones de asilo, permitiendo a los clandestinos que continúen viaje hacia la más prospera Europa del Norte, dicen. Y en tercer lugar hay un malestar común hacia países como el Reino Unido, Dinamarca o Irlanda, que por sus particulares acuerdos se declaran ajenos al asunto.
Más de 36.000 emigrantes han llegado a Italia desde enero. Unos 1.820 murieron ahogados este año en el intento de cruzar el Mediterráneo, según la estimación de la Organización Internacional de la Emigración.
Lo que eso significa en la práctica, lo explicó el domingo Mamadou, un adolescente guineano de 17 años, en el Foro Europeo de las Alternativas, organizado por la gauche en la parisina plaza de la República.
“Fue en noviembre, estábamos a una hora de navegación de Trípoli. Todavía se veían las luces de la costa, el barco zozobró. Había una pareja de Mali con sus tres hijos. Los niños se fueron al fondo, sólo los padres se salvaron, fue horrible. Sólo unos 50 de los 400 pasajeros sobrevivimos llegando a nado a la costa”. Todavía tiene pesadillas con aquellos niños. Mamadou es una muestra de lo que la escritora Marie Ndiáye, ganadora del premio Goncourt 2009, define como “héroes homéricos de nuestro tiempo”.
“No se deja por gusto el lugar donde has nacido y vivido, te vas porque no hay remedio”, explica el joven. Su padre desapareció “por razones políticas”, su madre murió de enfermedad, probablemente ébola. “A los 16 años me encontré solo”, dice. En el segundo intento, en una zodiac que co- emigración citado por L´Express.
Pero Francia y Alemania sintonizan en más cosas. François Hollande, Angela Merkel, el presidente de la Comisión, JeanClaude Juncker, y veinte grandes empresarios europeos, cenaron ayer en Berlín, para hablar de cómo echar a Grecia, el socio replicante del euro.
Alexis Tsipras explicaba ayer en Le Monde que hay dos Europas, una que quiere “integración en un contexto de igualdad y solidaridad” y otra que planea “la Europa de dos velocidades, con una de ellas imponiendo austeridad y ajuste al resto”. La idea está, desde el 2012, sobre la mesa de Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán. El domingo, el ministro de Economía francés, Emmanuel Macron, la abrazó en una entrevista de prensa: “Hay que aceptar la idea de que Europa se haga a dos velocidades”, dijo Macron. Están en ello. menzó a hacer agua en alta mar, Mamadou se salvó de milagro: “Teníamos frío, la gente lloraba, me acurruqué en posición fetal esperando el desenlace, y llegó la marina italiana”. Un milagro.
La Comisión Europea está muy preocupada por la afluencia, ridícula comparada con la que viven países como el Líbano, con cuatro millones de habitantes y más de un millón de refugiados. En la Unión Europea con más de 500 millones de habitantes, recibir 40.000 en dos años es un grave problema. Problemas parcialmente inducidos, teniendo en cuenta el papel de la política exterior europea en países como por ejemplo Siria o Libia: “Hasta el hundimiento del régimen de Gadafi, los europeos controlaban a distancia el flujo, ya no es el caso”, dice Ettore Recchi especialista en
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