La guerra imborrable
Bosnia se prepara, dividida, para conmemorar el 20 aniversario de la masacre de Srebrenica
El recuerdo del asedio, la destrucción y la muerte brota a cada paso en Sarajevo casi veinte años después de la guerra de los Balcanes.
El recuerdo de la guerra, la destrucción y la muerte brota a cada paso entre la vida en Sarajevo. Las incontables fachadas marcadas por bombas y metralla, los cementerios en la esquina de cualquier parque, los nombres de caídos en el asedio de tres años que sufrió la ciudad... Tan presente, y a la vez tan borrosa, porque la guerra no es un tema gustoso de conversación para casi nadie. Ni para quienes la vivieron ni para quienes nacieron mientras caían las últimas bombas, hace casi 20 años.
“A veces pienso en esos años como si hubiera sido una pesadilla, un mal sueño. Como si nunca hubiera ocurrido, aunque al mismo tiempo sé que la guerra me hizo ser la persona que hoy soy, vital, sencillamente feliz, capaz de disfrutar con poco”, cuenta Melissa, bosnia, aunque atea, no musulmana. Tenía 16 años cuando estalló la guerra. Llegó a Sarajevo huyendo del hambre por el túnel de seguridad que unía la ciudad, sitiada por los serbios, con el aeropuerto, controlado por la ONU. Bajo las bombas, la vida seguía y su padre podía ganarse la vida mejor allí. Para cuando callaron los fusiles, había empezado la universidad, se había casado y acababa de tener un hijo. Hoy huye de las conversaciones y los programas de televisión sobre aquellos años. Hace poco vio un reportaje sobre el 20 aniversario de la muerte de los Romeo y Julieta de Sarajevo. Él, serbio, ella, musulmana. Murieron abrazados tiroteados por francotiradores cuando trataban de huir de Sarajevo. “He pasado tres noches sin dormir”, cuenta.
Emir no vivió la pesadilla. Nació de un sueño de sus padres en abril de 1995, una pareja mixta bosniaca y croata. “No sale nada bueno de hablar de la guerra con mis amigos, paso de esas conversaciones”, cuenta. Su padre fue herido por una bomba pero nunca le habla de la guerra. “La única vez que le he visto llorar, además de cuando murió mi abuela, fue cuando pilló un reportaje sobre Srebrenica en la tele”, dice.
Emir estudia, tiene sueños, mira adelante, algo que según Borka Rudic, del consejo de prensa de Bosnia, la mayoría de la gente no hace. “Vivimos en el pasado. No en el presente, ni mucho menos en el futuro. Es un problema para los medios de comunicación”. Boro Kontic es fundador de Mediacenter, una asociación de apoyo al periodismo de investigación, que vive del apoyo exterior. “Lo único que cuentan los medios es lo que otros han hecho a los nuestros. Nunca lo que los nuestros hicieron a los otros”, lamenta.
Los medios bosnios están obviamente divididos por comunidades, y controlados por los partidos políticos y múltiples gobiernos. Internet podría ser una buena plataforma para la aparición de una prensa con menos medios pero independiente; sin embargo, concluyen, no existe tal demanda social. Tampoco las historias positivas, de solidaridad entre personas de distinta etnia durante la guerra, encuentran un hueco en los medios, aunque gracias a la financiación internacional se están recogiendo y difundiendo.
La conmemoración, el próximo 11 de julio, del 20 aniversario de la masacre de Srebrenica puede convertirse en un factor más de tensión que de reconciliación entre bosniacos, serbios y croatas. Sus versiones siguen enfrentadas y es posible que ese día la máxima autoridad serbia del país no acuda a los actos. Se espera que estén los presidentes de Eslovenia, Croacia y Montenegro, Federica Mogherini (jefa de la diplomacia europea), la reina Noor de Jordania, y quizás incluso el expremier holandés Wim Kok (dimitió por la “responsabilidad política” en la matanza, pues los cascos azules que entregaron el enclave a los serbios eran holandeses) o Bill Clinton.
Pero “tal y como está ahora mismo organizado”, el presidente de turno de Bosnia , el serbio Mladen Ivanic, no piensa participar. Lo dijo después de verse con el presidente de República Srpska (RS), la entidad de mayoría serbia, Milorad Dodik, que reclama una comisión internacional para “esclarecer la masacre”. Ve “problemático” que de los supuestos 8.372 muertos (la cifra de la comisión internacional de desaparecidos) sólo se haya enterrado a 4.000, y pide buscar a las víctimas serbias. En la RS, como en Serbia, gozan de más predicamento versiones ignoradas por el consenso internacional, como la del investigador suizo Alexander Dorin, que cuestiona tanto las cifras oficiales (dice que incluyen a muertos en combate) como el calificativo de genocidio (aunque es el único episodio de las guerras balcánicas que la justicia internacional ha declarado como tal). Para los supervivientes y familiares de víctimas, que siguen buscando y abriendo fosas, estas afirmaciones son una provocación. “He contado esta historia mil veces y la contaré mil veces más , nuestra gente tiene derecho a que se haga justicia”, dice Kata Hotic, de la asociación Madres de Srebrenica.
UNTEM A INCÓMODO “No sale nada bueno de hablar de la guerra con mis amigos”, dice Emir, nacido en 1992
UNA REALIDAD COMPLEJA El líder de los serbios de Bosnia pide buscar a las víctimas serbias de Srebrenica