Sonrisas y pitos
El sábado, en la final de la Copa del Rey de fútbol, el president Artur Mas esbozó una muy contenida media sonrisa durante la descomunal pitada al himno español, mientras Felipe VI aguantaba el tipo con la dignidad institucional que le corresponde. Al otro presidente, a Mariano Rajoy, no se le vio en el palco. Al Gobierno de la “Nación” al parecer única y existente aunque los pitos lo desmientan lo representaba el ministro Wert. Excepción hecha del jefe del Estado, ese Estado casi políticamente ausente en un evento deportivo de máximo nivel –y eso que Rajoy participó ese mismo día en Sitges en las jornadas del Cerce d’Economia– volvió a sufrir una severísima derrota simbólica, idéntica a la que encajó con la “no-consulta” del 9 de noviembre. ¿Dónde estaba el Estado, se preguntaron con acierto –y desesperación– las gentes del PP de Catalunya ante la súbita aparición de las urnas de la no-consulta? Si entonces fueron las querellas contra el president de la Generalitat y miembros de su Govern por permitir que la gente votase en una consulta sin valor legal alguno, el rigorismo reglamentista marca de la casa monclovita ha reaccionado ahora convocando la Comisión Antiviolencia del futbol, e igualmente con veredicto casi dictado de antemano, para tratar a los aficionados del Barça y el Atleti como una pandilla de hooligans descere-
¿Actuará también la Comisión Antiviolencia contra los que envían a Mas “a la cámara de gas”?
brados y además independentistas –sobre todo eso– en lugar de ciudadanos con el derecho a pitar lo que les venga en gana. Por lo demás, como también sucedió el 9-N, más allá de ese minuto incómodo no se registró ningún otro incidente.
La taimada sonrisa de Mas –así la adjetiva la prensa españolista más recalcitrante– se ha convertido ya en un nuevo motivo de criminalización de lo catalán (de lo vasco, bastante menos). Cuando escribo esta columna se estaba a la espera de las sanciones, aunque al parecer la Comisión Antiviolencia estaba desbordada: ¿castigar a la Federación? ¿A los clubs? ¿A los que blandieron el pito? El Gobierno, el PP y los medios afines recurren al ejemplo francés. ¿Acaso la simpática Marsellesa es más respetada desde que se prohibió silbarla en los campos de futbol? Y, volviendo al sur de los Pirineos, podemos formularnos algunas otras preguntas: ¿Actuará también la susodicha Comisión Antiviolencia contra los que llaman de todo a los catalanes o directamente envían a su presidente “a la cámara de gas” a través de las redes sociales y a cara descubierta porque “su” himno fue protestado? ¿O bien el calibre de la “ofensa” realizada a “España” también justifica esos improperios?
La campaña del 27-S comenzó el viernes con Colau volviendo a ponerse la camiseta de indignada y continuó el sábado con la sonrisa taimada de Mas en el Camp Nou. Ayer, Junqueras marcó las líneas amarillas de ERC para un acuerdo a la futura alcaldesa de Barcelona: el apoyo sí o sí a la hoja de ruta soberanista. Esta vez no se trata de la llave, sino del pito.