La Vanguardia

Las promesas por cumplir

- J. Oriol Rusca i Nadal J.O. RUSCA I NADAL, decano del ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona

En noviembre del 2012 entró en vigor la ley de Tasas Judiciales, que desde el primer momento tuvo el rechazo de todos los sectores del Derecho por cuanto su imposición limitaba el acceso real de la ciudadanía a la justicia. Se trataba de una concepción perversa de las tasas, al pretender disuadir al ciudadano de reclamar justicia ante los tribunales. Ello era especialme­nte grave para las clases medias y populares sin recursos suficiente­s para litigar pero que tampoco podían acogerse a los beneficios de la justicia gratuita.

Durante la tramitació­n de la ley, el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, justificó la introducci­ón de las tasas como un modo de financiar la justicia gra- tuita y la propia ley, en su artículo primero, señalaba que “la tasa judicial se considerar­á vinculada (…) al sistema de justicia gratuita en los términos establecid­os en la ley de presupuest­os generales del Estado de cada ejercicio”. Sin embargo, los colegios de abogados –como otras organizaci­ones– nos opusimos radicalmen­te a la ley de Tasas, pero, de mantenerse, aceptamos sólo si su recaudació­n repercutía íntegramen­te en la justicia de los más necesitado­s, en la justicia gratuita porque es un derecho constituci­onal y ha de sufragarse a cargo de la administra­ción.

En un marco de fuerte contestaci­ón a la política del ministro Gallardón, en el 2014 se produjo su sustitució­n por Rafael Catalá, que derogó en la práctica la ley de Tasas para las personas físicas y acordó la retirada del controvert­ido proyecto de ley de Justicia Gratuita.

Sin embargo, hay un hecho incuestion­able: las cantidades recaudadas entre el 2012 y enero del 2015, en concepto de tasas judiciales, que ascienden a 639 millones de euros, han ido a parar a las arcas del Estado y no han servido para efectuar ninguna mejora en la administra­ción de justicia. A Catalunya –que como las comunidade­s de Madrid, Valencia, Andalucía y País Vasco efectúa una importante aportación en el ámbito de la justicia gratuita– debían retornar 122 millones.

Si un servicio público ha sufrido dejadez, es la justicia gratuita, que actualment­e se mantiene por el voluntaris­mo y la implicació­n social de los abogados y procurador­es, cuando es un servicio propio del Estado social que marca nuestra Constituci­ón. Es de justicia que el dinero de las tasas se destine a su mejora y dignificac­ión.

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