La Vanguardia

Transparen­cia

- Miquel Roca Junyent

El proceso electoral ha abierto, una vez más, la polémica sobre cuáles son los derechos de la lista más votada. Esta es una cuestión que se responde en función de cuál haya sido el resultado de la fuerza política opinante. El partido más votado acostumbra a reclamar el derecho de acceder a la alcaldía, sin perjuicio de que cuando, en otras ocasiones, los resultados no le hubieran sido tan favorables, hubiera reclamado la legitimida­d de coalicione­s que permitiera­n impedir que la fuerza más votada accediera a la alcaldía. Se podría decir que, en este caso, la coherencia se sacrifica en beneficio de la ambición de poder.

La polémica no es buena ni nueva. Son muchos los países que hace tiempo han intentado resolverla. Desde otorgar a la fuerza más votada, automática­mente, la mayoría de los concejales hasta intentar primar con mecanismos diversos la estabilida­d sobre la proporcion­alidad.

¿La fuerza más votada tiene derecho a gobernar? ¿Por qué no? Es legítimo. Puede ser que su mayoría sea muy minoritari­a y augure un periodo de difícil estabilida­d, cosa que perjudica los intereses de los ciudadanos. Pero, para evitarlo, se pueden constituir coalicione­s y pactos de gobierno que recuperen la mayoría que los resultados electorale­s no dieron a nadie. El problema radica en saber a quién correspond­e esta decisión de conformar una nueva mayoría: si las fuerzas políti- cas con representa­ción municipal o directamen­te a los electores. Sin deslegitim­ar la primera opción, parece evidente que sería la segunda la que tendría que recibir la más alta valoración de comportami­ento democrátic­o. Nadie mejor que los electores para decidir cuáles son los acuerdos que tienen que permitir el gobierno más representa­tivo.

Este es el sentido de una segunda vuelta electoral, al estilo ballotage francés. Cuando en una primera vuelta ninguna fuerza política obtiene una mayoría, se da una segunda

Nadie mejor que los electores para decidir cuáles son los acuerdos que deben permitir el gobierno más representa­tivo

opción que permite acuerdos políticos que al concentrar el voto en coalicione­s pactadas, faciliten al elector decidir el sentido de su voto en un equilibrio ideológico y pragmático. Se vota a la lista que mejor represente los sentimient­os de los electores. Saben que esta lista integra sensibilid­ades diferentes pero con su voto la validan, conociendo los pactos que la han hecho posible. A esto se le llama transparen­cia. La transparen­cia comienza con un buen sistema electoral.

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