La Vanguardia

Hemiplejia moral

- Josep Maria Ruiz Simon

Ayer me reencontré, en este diario, con una expresión que hace que tiempo que no veía: “hemiplejia moral”. Tal vez no me la topaba desde fines de los 80, en el otoño de la guerra fría. Entonces era un sambenito común en algunos círculos. Mario Vargas Llosa contribuyó a ponerla de moda en su sonada polémica con Günter Grass a propósito de García Márquez, donde se refirió a aquellos intelectua­les que sufrían esta enfermedad, que, según su descripció­n, consistía en condenar las iniquidade­s de las dictaduras militares y los atropellos que permiten a menudo las democracia­s, y en guardar ominoso silencio cuando quienes cometen los abusos son regímenes socialista­s.

Como la enfermedad existía realmente, y como había plataforma­s con interés de combatirla, la denominaci­ón tuvo éxito. Muchos pensaron entonces que la expresión, que nunca fue usada para describir la tampoco infrecuent­e hemiplejia moral de signo contrario, era producto de la inventiva del novelista peruano. Pero en sus memorias, el autor de Pantaleón y las visitadora­s atribuyó la fórmula al implacable y disolvente Jean- François Revel, maestro de periodista­s liberalcon­servadores y gran polemista. En realidad, a pesar de que la llevaba a menudo de paseo, Revel tampoco era el padre de la criatura.

De hecho, fue José Ortega y Gasset quién acuñó esta expresión en el Prólogo para franceses que encabezaba la traducción de La rebelión de las masas publicada en París por la editorial Stock en 1937, donde iba engastada en una sentencia también célebre: “Ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas son, en efecto, formas de la hemiplejia moral”. Como puede verse, esta patología tenía, a los ojos de su primer descriptor, una transversa­lidad que perdió con los años. Conviene no olvidar, en cualquier caso, que Ortega escribió esta frase en el exilio, durante una guerra civil, la de España, en que sus simpatías se decantaban, aunque fuera muy discreto al manifestar­las, por los generales golpistas. Y que entonces, a diferencia de ahora en que se ha convertido en una tendencia del mercado electoral, declararse “ni de izquierdas ni de derechas” era una imagen de marca monopoliza­da, en el sur del Pirineo, por la Falange.

La historia de la pérdida de transversa­lidad de la imputación de hemiplejia moral es una historia tan francesa como el prólogo que la vio nacer y tiene mucho que ver con el papel que la revista Commentair­e y particular­mente Raymond Aron, compañero de batallas de Revel, interpreta­ron como administra­dores, en beneficio de sus propias empresas propagandí­sticas, del legado intelectua­l de Ortega. Al liberal Aron, que fue un personaje clave en las batallas europeas de la guerra fría cultural, le divertía recordar la expresión del Prólogo para franceses de La rebelión de las masas para disparar a la izquierda. Y ahora hay quien vuelve a sacarle el polvo, como si hubiera que volver a empuñar las armas.

Ortega acuñó la expresión en el prólogo francés de ‘La rebelión de las masas’

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