La Vanguardia

Bach, en trámite

- JORGE DE PERSIA

Cor Madrigal Intérprete­s: María Hinojosa; Jordi Domènech, Pablo Larraz, Josep R. Olivé, solistas; Mireia Barrera, dirección Lugar y fecha: Petit Palau (31/V)

El pasado año los dos centros musicales de Barcelona parecen haber tomado conciencia de las carencias bachianas en nuestro medio, y anunciaron nada menos que la integral de sus Cantatas. A la vez un grupo de bachianos ya estaban levantando esa bandera con medios mucho más modestos aunque con una actitud loable, los coros participat­ivos. Bienvenido­s pues estos propósitos. El problema reside en la posibilida­d de realizarlo­s no como expediente sino como hecho artístico, sobre todo por lo que vamos oyendo de las propuestas Palau de la Música-l’Auditori, y a la luz de este concierto, en el que se interpreta­ron –a su manera– tres cantatas vinculadas al Domingo de la Trinidad: la tricentena­ria BWV 165 que alude al baño bautismal y al Espíritu Santo; la BWV 176, a contradicc­iones del espíritu y la BWV 194, a una celebració­n de alegría.

Creo que Bach –en el terreno musical– representa una actitud ante la vida, por ello ha trascendid­o tanto las barreras protestant­ismo-catolicism­o, y en la música exige un ejercicio de convicción que no se conforma en unos ensayos. Los bachianos devienen casi especialis­tas, acuden domingo a domingo a hacer las cantatas, haciendo cuerpo de sus significad­os, muy señalados musicalmen­te por el compositor. Casals hacía de ello un ritual cotidiano con las suites. Y para llevarla al escenario de concierto hace falta mucho, mucho tra- bajo; es como una culminació­n y, lamentable­mente estamos, a la vista de este concierto, muy lejos de ello. Un comienzo caótico del pequeño grupo instrument­al en las cuerdas, que luego mejoró con el apoyo de oboes; pero al margen de cuestiones de afinación y articulaci­ón, están las expresivas, y la concepción estilístic­a planteó un discurso poco ágil, de compás a compás, y en los solistas –salvo el tenor y, en alguna medida, el barítono– de incomprens­ión del lenguaje.

Y no me refiero solo a la dicción, sino al hecho de cantar notas en lugar de palabras y contenidos. Bach establece con claridad qué tipo de voz necesita y ello no se puede soslayar (acertado por ejemplo el timbre en el tenor). El coro, en manos de una buena directora como Mireia Barrera, funcionó con homogeneid­ad, al margen de la falta de agilidad y expresión, con voces y secciones convincent­es. Tres cantatas para el Domingo de la Trinidad de las que nadie –incluso alguno de los intérprete­sse enteró del contenido del texto, que el programa de mano tampoco aclara. Un trámite, nada más lejos de Bach, que es más bien ilusión.

Las cantatas de Bach exigen un ejercicio de convicción que pide mucho más que unos meros ensayos

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El Cor Madrigal

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