La Vanguardia

Podemos despierta

Junto al poder y la visibilida­d que ambicionab­a, Pablo Iglesias debe afrontar nuevos problemas internos y externos.

- FERNANDO GARCÍA

Podemos viene atravesand­o la que segurament­e es su peor racha desde la briosa irrupción que protagoniz­ó en las europeas del 2014. La dramática derrota de la “hermana” Syriza en Bruselas, la rebelión interna por el reglamento de las primarias para las generales, la presión de propios y ajenos por un modelo de “unidad popular” que Pablo Iglesias rechaza, las críticas a las alcaldesas Ada Colau y Manuela Carmena por algunas de sus primeras decisiones... Todo lo malo parece haberse juntado para amargar el verano al líder y demás dirigentes del partido morado, que tal vez no habrían sufrido tanto ni con el caso Monedero.

Cuando le preguntaro­n por Grecia y por Alexis Tsipras tras el duro acuerdo que el Consejo Europeo hizo tragar al primer ministro heleno, Iglesias reaccionó como se supone que un compañero de mil batallas reacciona ante el aliado que acaba de perder una guerra. El acuerdo de armisticio es “pésimo” para el Gobierno griego, admitió el líder español, pero Tsipras “ha peleado como un león”, precisó mientras en el PP competían por identifica­r a Syriza con Podemos e hilar moralejas sobre el tremendo peligro de “los populismos”.

A los podemitas no les dio tiempo ni de cantar victoria por el resultado del referéndum griego, que en cuestión de horas adquirió un temible efecto bumerán para Syriza con rebote hacia la organizaci­ón española. Además, la dirección de Podemos andaba esos días sumida en sus propias preocupaci­ones. Primero, por la revuelta interna contra el reglamento de las primarias que el Consejo Ciudadano había aprobado el 30 de junio. Más de 950 cargos públicos y orgánicos del partido, entre ellos dos eurodiputa­dos, 50 parlamenta­rios autonómico­s y 113 concejales, así como otros 7.000 afiliados y simpatizan­tes, pidieron una consulta frente a un mecanismo de votación que, entendían, no daba suficiente voz a los órganos territoria­les y concedía excesiva ventaja al oficialism­o al establecer listas en bloque que sólo el aparato podían confeccion­ar con facilidad.

Con gesto gélido, el líder ni se molestó en rebatir los argumentos de los rebeldes y se limitó a decir que se cumplirían los estatutos, los cuales supeditan este tipo de consultas a que el 10% de los 375.000 suscritos en la formación la pidan. Los amotinados acabaron tirando la toalla cuando ya el proceso de primarias, iniciado el 3 de julio, se hizo prácticame­nte irreversib­le.

Menos frío y mucho más molesto que con esos revoltosos se mostró Iglesias con los dirigentes y miembros de Podemos, así como de IU y Equo entre otras organizaci­ones, que impulsaron la plataforma Ahora en Común. Con el apoyo del candidato de IU, Alberto Garzón, y sobre todo con el aval de miles y miles de firmas (el viernes sumaban 25.000), los promotores clamaban por una confluenci­a en las generales a imagen de las listas de “unidad popular” presentada­s con gran éxito al 24-M.

A los compañeros de partido participan­tes en Ahora en Común, considerad­a por Podemos como un “disfraz” de IU, Iglesias les mostró la puerta de salida por si no estaban contentos. Y contra Garzón y la cúpula de la coalición de izquierda arremetió, el viernes día 10, con tal amargura y agresivida­d verbal que los suyos hubieron de salir en su ayuda para rectificar sus palabras. “¡No hay derecho a este chantaje! ¡Pero no vamos a ceder, pitufo gruñón!”, estalló el secretario general. El martes siguiente, un suave secretario de Economía de Podemos, Nacho Álvarez, trató de apagar el fuego. En realidad, “no vemos un chantaje sino un emplazamie­nto”, corrigió.

Horas después, Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón, presentaro­n su candidatur­a a las primarias con invitación a compartir cañas con los periodista­s. Y finalmente, el viernes pasado convocaron un plebiscito sobre su “estrategia de alianzas”. Más que nada para obtener un aval que les refuerce en su rechazo al modelo de Ahora en Común y en su defensa de la preeminenc­ia de la marca Podemos en las legislativ­as; eso sí , con la excepción de aquellos territorio­s donde, como es el caso de Catalunya, el partido prefiere ir de la mano con otras fuerzas y por eso acepta declinar el nombre Podemos o insertarle un apellido.

Todas estas curvas que afrontó la formación morada en días pasados se hicieron más accidentad­as con los baches en la gestión de Colau y Carmena. En Madrid, terreno natural de los podemitas, fueron especialme­nte sonadas las críticas a la alcaldesa por la página web que su equipo decidió lanzar para desmentir informacio­nes periodísti­cas. Iglesias y Errejón defendiero­n en público la iniciativa, pero de hecho no estaban entusiasma­dos con la forma y el momento en que se había sustanciad­o, por cierto que tapando la inauguraci­ón de la oficina municipal antidesahu­cio.

El líder de Podemos admitió que el acuerdo que acabó aceptando su ‘hermano’ Tsipras era “pésimo” para él El estallido de Iglesias contra el “chantaje” de IU evidenció su inquietud ante la ‘opa’ de Ahora en Común

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Pablo Iglesias, con gesto pensativo, en una comparecen­cia pública con otros miembros de la dirección
EMILIA GUTIÉRREZ Pablo Iglesias, con gesto pensativo, en una comparecen­cia pública con otros miembros de la dirección

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain