La Vanguardia

Vacaciones con secuestro

El juez fuerza a una madre a entregar a sus hijas al padre tras esconderse durante semanas en Argentina

- SARA SANS

Las vacaciones se planteaban idílicas. Después de seis años, la familia Polistina viajaba a Argentina, de donde son Gustavo y Romina, para visitar a la familia con sus dos niñas, de cinco y ocho años. Romina insistió; quería ver a sus padres, decía. Y Gustavo planeó todo para poder dejar sus empresas de mantenimie­nto de jardinería y piscinas en manos del gerente. Nunca antes se habían permitido un lujo así: Un mes y medio de vacaciones. Pero todo se torció en una semana. “Ella lo tenía todo planificad­o, un día desayunand­o me dijo sin más que quería divorciars­e y que me fuera”, explica Gustavo. Él se negó y ahí empezó un calvario de denuncias y juicios, durante el que Romina se llevó a sus hijas y se escondiero­n hasta que la presión de la policía se hizo insoportab­le para ella y, por orden del juez, las entregó a su padre.

Las vacaciones de Navidad, se convirtier­on en una pesadilla que ha acabado hace pocas semanas. Gustavo movió cielo y tierra con abogados en Argentina y en Tarragona, donde vivía la pareja desde hace más de diez años junto con sus hijas. No paró hasta que –después de más de ochenta días sin verlas- ha podido regresar con las pequeñas a casa, en Mont-roig del Camp.

Esa mañana, Romina le puso los papeles del divorcio encima la mesa. Ella se quedaba con las hijas, empezaba una nueva vida en su país natal y él se iba. “Pensé que se había vuelto loca, quise hablar con ella, pero no había forma y me negué a firmar”, explica Gustavo. Romina ya tenía a un abogado y Gustavo contrató a una letrada aquel mismo día. Intentó un acuerdo, “nos divorciába­mos pero las niñas volvían conmigo el 21 de enero a España, como estaba previsto; ellas se han criado aquí; aquí tienen su escuela, sus amigos, su vida…”. Pactaron un régimen de visitas hasta el 21 de enero, cuando tenían el billete para volver. Él estaría con las niñas del 20 al 23 de diciembre, pasarían las Navidades con la madre y con él el fin de año. “Pero ya no me dejó verlas”.

Gustavo sabría luego, que hacía meses que Romina había abierto su propia cuenta corriente. No había dejado nada al azar pero no pensó que, su todavía marido, no cedería en la cuestión de las niñas. “Este caso ha creado jurisprude­ncia en Argentina y puede crearlo aquí porque, que sepamos, es la primera vez que una madre, bajo el engaño de hacer un viaje familiar, planifica la sustracció­n y retención de sus propias hijas en un país extranjero”, apunta Núria González Préstamo, una de las abogadas de Gustavo. La pesadilla acabó hace poco. Cuando finalmente él consiguió la custodia y regresó con las niñas en junio, pero el caso sigue su curso en los juzgados de Reus. Y ella, en Argentina.

Gustavo no dio su brazo a tor- cer y Romina fue a por todas. Él denunció un impediment­o de contacto con las niñas y ella le denunció por maltrato. Esta denuncia se archivó los pocos días por falta de fundamento. Pero él siguió adelante denunció el caso en el Tribunal de la Haya. “Lo único que me importaba era ver a las niñas y no las había visto desde el 23 de diciembre”, insiste Gustavo. Y ya estaban a mediados de enero. Romina estaba en paradero desconocid­o y no se presentaba a las citaciones judiciales. “El 14 de enero, se presentó la restitució­n internacio­nal de menores a la Haya, petición sobre la que debía resolverse en el plazo de seis semanas”, cuenta Gustavo.

A finales de enero, él viajó a España, tenía que hacer gestiones en su empresa y el 26 de enero presentó en la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Salou, la denuncia por sustracció­n y retención ilegal de sus propias hijas. Denuncia que se trasladó primero al juzgado de Tarragona, para pasar al Juzgado número 4 de Reus (la familia vive en Montroig del Camp) y luego al Juzgado número 2. Donde se espera ahora el pronunciam­iento de Fiscalía.

El 2 de febrero Gustavo volvió a Argentina. “Lo único que quería es ver a mis hijas, que no había visto desde el 23 de diciembre”, explica él. Su caso se publicitó incluso en las television­es argentinas. Pero pese a las reiteradas citaciones del juez, Romina seguía sin aparecer en los juzgados hasta que el 2 de marzo salió la sentencia. “Le daban 24 horas para entregar la documentac­ión de las niñas y 72 horas para llevarlas voluntaria­mente al juzgado”, dice el padre. Y ella presentó recurso y desapareci­ó. Fue entonces cuando la policía inició la búsqueda. “La intención del juez era agotar todas las vías para que el proceso fuera lo menos traumático posible para las niñas”. Romina y las niñas estuvieron escondidas con la complicida­d de algunos familiares durante abril y hasta finales de mayo, cuando la presión de la policía fue tal, que acabó entregándo­se.

“Al principio las niñas estaban desconcert­adas”, lamenta Gustavo. Fue necesaria ayuda psicológic­a “pero pronto las dos pequeñas se mostraron convencida­s y querían volver a su casa”, asegura él. Y en junio, se acabaron unas vacaciones que se convirtier­on en seis meses de sufrimient­o (Gustavo perdió 16 kilos) y visitas constantes en los juzgados. Se fueron cuatro y volvieron tres.

Él consiguió la custodia y regresó con las niñas en junio, pero el caso sigue su curso. Y ella, en Argentina.

 ?? VICENÇ LLURBA ?? Gustavo no ha dejado de luchar por estar con sus dos hijas, al fondo de la imagen
VICENÇ LLURBA Gustavo no ha dejado de luchar por estar con sus dos hijas, al fondo de la imagen

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain